Sentado en el frío suelo, en el pasillo de aquel frío hospital, Darius observó las manchas rojas que comenzaban a secarse en sus manos con la mente en blanco. Podía escuchar el sonido del hospital en marcha a su alrededor, las enfermeras cuchicheando unos metros más allá, el sonido de una maquina pitando a unas habitaciones de distancia y hasta el continuo tintineo de los ascensores en la dirección opuesta.
Todo eso estaba entrando en sus oídos en ese momento, pero aun si un carnaval hubiese pasado tocando justo a su lado, no se creía capaz de quitar la mirada de la sangre que manchaba su piel.
Era la misma sangre que corría por las venas de Noah, mierda, era la misma que llevaban aquellos que la habían hecho correr en primer lugar.
¿Cómo infiernos unos padres podían hacerle algo así a su propio hijo? ¿Qué clase de enfermos podían herir aquello que debería ser lo más preciado en la vida de un padre? ¿Acaso finalmente habían enloquecido o era que siempre habían sido así de malvados?
En una parte de su oscuridad, el saber que Noah estaba a salvo lejos de la esa familia, logró darle un ápice de paz.
—Darius —Dorian llamó, dándole un par de toquecitos en su mejilla para llamar su atención—. Llamé a papá. Él y papá Dario están en camino, deberías ir a lavarte un poco ahora, estas lleno de sangre, asustarás a papá.
Su cabeza se movió sin coordinación—. ¿Noah?
—Blue lo convenció invitar a Nee y Kai al apartamento —dijo—. Con ellos allí, te aseguro que no puede estar más seguro.
Asintió en comprensión, su mente sintiéndose tan embotada como si se hubiese bajado un casillero de cervezas él solo—. ¿Cómo voy a decirle a Noah sobre esto? —musitó—. ¿Cómo infiernos puedo decirle que sus propios abuelos intentaron asesinar a su padre? ¿Acaso existe una manera en que esto no lo destruya completamente?
Dorian suspiró con pena—. No tengo idea, hermanito —admitió—. Pero encontraremos una forma de mantenerlo a salvo, ¿sí? Habla con papá sobre esto, seguramente, él pueda ayudarte más que yo.
Asintió suavemente en comprensión, aunque no estaba del todo seguro de que fuese posible.
—Bien, ahora ponte de pie —el mayor apuró—. Ve al baño y quita todo lo que puedas, ya envié a Damon a que te consiga algo de ropa limpia.
Eso lo hizo fruncir el ceño, quejándose suavemente—. Damon me comprará ropa fea, siempre me compra ropa fea.
—Bueno, no es como si él se vistiese muy bonito, así que no presiones. —pidió, al tiempo que lo empujaba suavemente en dirección a los servicios.
Siendo el niño obediente que era, Darius entró a los mismos. En el momento en que obtuvo un vistazo de su reflejo en la hilera de espejos sobre los lavabos, fue cuando comprendió la urgencia de Dorian de lograr que se limpiara. Él era un maldito desastre. Había estado intentando parar la hemorragia de las muñecas de Nate durante todo el camino al hospital, así que había tanta sangre sobre él, que bien podría haber sido un extra en una película de terror.
Si Noah lo viese así, seguramente se espantaría.
Con ese pensamiento en su mente, se movió para abrir el grifo y poner las manos debajo de la corriente de agua, observando la misma volverse carmesí mientras se iba por el desagüe. Lavó sus manos a consciencia, así como sus brazos y su rostro, eliminando cada mancha en su cuerpo que logró ver.
Cuando levantó la mirada, la sangre se había ido, pero su aspecto no había mejorado completamente. Se veía pálido, sus ojos de alguna forma eran grandes en su rostro y había un suave tono verde alrededor de su boca, que delataba lo mal que se sentía por toda la situación. Comenzaba a sentir que todo lo estaba alcanzando, presionándolo hacia abajo, dejándolo sin respiración.