𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 21

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JAVIER

Los fantasmas del pasado volvieron a mí como una tormenta desatada, llenándome de oscuridad, de dolor, y de miedo. Miedo por perder a Helena del mismo modo que había perdido a tantos compañeros, miedo de no poder hacer nada para evitarlo, de que se alejase de mí y no estar ahí para protegerla.

Había pasado de estar feliz, tan cerca de besarla que pude sentir su aliento fundirse con el mío, a estar roto, derrumbándome en su hombro, temblando por el miedo de que alguien pudiese hacerle algo y no haber sido suficiente para evitarlo.

Había estado evitando acercarme a ella desde que supe que los narcos habían puesto su mira en mí, pero ahora que habían entrado en casa de Helena me hacía sospechar que sabían que era una persona cercana a mí, que lo hacían para darme dónde más me dolía, y no podía permitirme tenerla lejos, pues si mis sospechas eran ciertas, sabrían sus movimientos, dónde estaría en cada momento del día, y podrían atacar en cualquier momento sin que nadie pudiese hacer nada. Pero si yo estaba con ella quizá podría evitar que algo pasase, o que si pasaba, se enfocasen en mí, y la dejasen a ella. Además, de querer protegerla, quería tenerla cerca, necesitaba tenerla cerca, cuanto más, mejor, y ahora ya no tenía excusa para alejarla de mí.

Pero ahora ella era quién me consolaba a mí, a pesar de haberla hecho sufrir, a pesar de que me abrió su corazón, y yo tiré sus sentimientos por el suelo, ella estaba ahí, sosteniéndome, haciéndome ver que era mucho mejor que yo, mucho mejor que nadie. No la merecía, y era un egoísta por querer tenerla. Sabía cuáles eran sus sentimientos, se abrió a mí y me dejó hacer lo que quise con ellos, y sin embargo yo no era capaz de mostrar los míos. Siempre reducía todo al sexo, nada de tener una conexión con nadie, sexo vacío que olvidaba al día siguiente, pero esta vez no era así, ella era diferente, el nudo en el estómago que me golpeaba cada vez que la veía era algo que no había sentido nunca antes.

No me arrepentí de haber intentado besarla, lo quería, realmente quería haberlo hecho, pero no haría nada que ella no quisiese, aunque eso no quería decir que iba a dejar de intentarlo. Pero ahora mis demonios se habían hecho con el control de mi cuerpo, y yo sólo era capaz de apoyarme en ella buscando un poco de paz.

No sé cuánto tiempo pasé abrazado a ella, pero cuando conseguí recomponerme de nuevo, su mirada de preocupación recorrió todo mi cuerpo. Siempre había sido muy perspicaz, así que seguro que podía imaginarse qué me había pasado.

Llevé su maleta a la habitación en la que se había quedado tiempo atrás, y mientras ella se daba una ducha rápida, yo pedí algo de cena.

Nos sentamos a cenar en silencio, escuchando el barullo que se había montado en la calle, pues los curiosos se habían agolpado al ver a tanto cuerpo policial. Ambos estábamos pendientes de lo que ocurría fuera, pero a la vez queríamos desconectar y olvidar aquella odiosa noche.

Poco tiempo había pasado desde que comimos el último bocado cuando Murphy llamó a la puerta. No tardó demasiado en irse, pero nos informó de que habían recogido varias pruebas en casa de Helena, y el casquillo de la bala que había rozado mi brazo. Confiaban en tener alguna respuesta mañana a primera hoy, pero por hoy, no había nada más que hacer. Nos despedimos de él y el silencio nos invadió de nuevo.

- Sabes que puedes hablar conmigo -. Helena rompió el silencio que había entre ambos. No era un silencio incómodo, al contrario, se sentía bien su compañía a pesar de no cruzar palabra entre ambos.

No me había preguntado en toda la noche por mi pequeño ataque de pánico, pero debió ver su oportunidad ahora que estaba más calmado.

Me encendí un cigarro y pensé durante unos segundos cómo contestar aquella pregunta. Podría ser sincero, o podría mentir y echar la culpa a lo ocurrido esta noche. El humo entraba en mis pulmones mientras intentaba aclarar mi mente.

Crossed Paths - [Javier Peña]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora