𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 8

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Y así pasé los días, comía y cenaba en su casa, salíamos a pasear, veíamos alguna película antes de irnos a dormir... Cualquier cosa me valía siempre que pudiese aprovechar el tiempo a su lado. Pero nada dura para siempre, y el momento de la despedida llegó.

Su avión salía temprano, por lo que mi madre y yo madrugamos para poder despedirnos. No me molesté en quitarme el pijama, sólo me puse el abrigo encima, y seguí a mi madre hasta su casa. Al pasar, pude ver como todas las maletas estaban preparadas en la puerta, haciendo que mis ojos se cristalizasen.

Sus padres nos dieron los buenos días mientras José empezaba a meter todo el equipaje en el maletero. Javi fue el último en aparecer, bajó de su habitación con una mochila negra colgada a su espalda, y la expresión seria de una persona que sabe que su vida estaba a punto de cambiar por completo.

Se despidió primero de mi madre con un abrazo, mientras ella le deseaba toda la buena suerte del mundo. Yo me quedé detrás de ella, me estaba costando horrores no ponerme a llorar como una niña pequeña.

Una vez se despidió de mi madre, ésta volvió a casa, dejándonos algo de intimidad. Sus padres estaban ya esperando en el coche, iba algo mal de tiempo, pero no pareció importarle.

- Llegó la hora -. Suspiró. Y entonces no pude contenerme más, comencé a llorar desconsolada de nuevo, mientras él me envolvía entre sus brazos. – Vamos... No llores, todo va a estar bien, confía en mí -.

¿Cómo iba a estar todo bien si él estaría a cientos de kilómetros de aquí, jugándose la vida cada día? No, nada estaba bien, nada de lo que estaba pasando iba a estar bien.

- No te vayas, por favor -. Finalmente fui egoísta. No esperaba que, llegados a ese punto, fuese a dejarlo todo para quedarse conmigo, pero no podía dejarle ir sin haberlo intentado.

- Ven aquí -. Limpió mis lágrimas con el dorso de su mano, aunque era un tarea casi imposible, pues no dejaban de brotar de mis ojos – Siempre vas a ser mi mejor amiga, siempre, no importa la distancia. Pase lo que pase estoy aquí, y siempre lo estaré, si me necesitas, sólo llámame, y vendré -. Fingió una sonrisa para intentar consolarme, pero en su rostro pude ver que esto le dolía tanto como a mí.

- Te quiero mucho Javi -. Volví a hundir mi rostro en su pecho mientras escuchaba como sus padres hacían sonar el claxon desde la calle. Llevábamos demasiado tiempo despidiéndonos, y no podía esperar más si no quería perder el vuelo.

- Y yo a ti Helena. Nos vemos pronto -. Y dejando el toque de sus labios en mi mejilla, se subió al coche en dirección al aeropuerto.

Yo me quedé desconsolada, en la puerta de su casa, mirando como el coche se alejaba poco a poco, haciéndome a la idea de que podía ser la última vez que le vería, fusionándome con el dolor que se había instalado en mi pecho.

La mañana era especialmente fría, pero en ese momento no me importaba el frío, no me importaba nada, sólo pensaba en el modo de seguir con mi vida ahora que él se había marchado.

Los primeros días fueron insoportables. Odiaba echar de menos, lo hacía cada día con mi padre, y ahora que Javi se había ido, dolía el doble. Me pasé los días sin apenas salir de mi habitación, Mía había intentado sacarme de casa un par de veces, pero necesitaba tiempo para mí, para volver a organizar mi vida ahora que no le tenía a él.

Si es cierto que habíamos hablado todos los días, me contó ilusionado que finalmente había entrado en la DEA, y que se quedaba en Colombia. Prometimos celebrarlo la próxima vez que nos viésemos, y prometimos que no sería muy tarde cuando eso sucediese, pero no fue así.

Crossed Paths - [Javier Peña]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora