𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 38

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HELENA

- Odio a Matthew, ¿Por qué no le darán un puesto en cualquier otro despacho, lejos de aquí? -. No se había sentado cuando había empezado a despotricar del jefe.

Tuve curiosidad por saber qué era con lo que la había entretenido, así que pregunté sin dudarlo.

- ¿Qué te ha ocurrido? -. Me lo contaría sin dudarlo un solo segundo, si se trataba de hablar mal del jefe, no dudaría en explicármelo con todo lujo de detalles.

- Me ha llamado la atención porque, según él, pierdo demasiado el tiempo en el trabajo, lo que hace que todos los demás que dependen de mí también vayan con retraso. Yo le he contestado que eso era mentira, que soy una de las que mejor trabajan aquí, pero no ha querido ni escucharme -. Me hice la sorprendida e inmediatamente me puse de su lado, si había que hablar mal del jefe para mantener mi tapadera, no tenía problema en hacerlo.

No se fijó en el teléfono, el enfado la había cegado, y cuando lo cogió de la mesa lo hizo sin mirar. Punto para Matthew, había hecho su trabajo mejor de lo esperado.

Yo, por otro lado, había conseguido colocar la tarjeta gracias a que ese día la fortuna me acompañaba. Cuando sonó la puerta del ascensor ya había puesto nuestra tarjeta en el teléfono, y mientras las puertas se habrían volví a poner la tapa del teléfono mientras me levantaba para dejarlo en su sitio. Me había visto en su mesa, de pie, pero para disimular, cogí unos documentos haciéndola creer que tenía que comprobar si unos datos estaban correctos. No creo que escuchase lo que la dije en ese momento, algo que yo agradecí, pues la falta de preguntas hizo que no tuviese que poner una excusa que se tambalease para justificarme.

Nuestra conversación sobre el jefe y sobre lo capullo que era duró prácticamente toda la mañana, pero Javi me había escrito poco tiempo después de que ella volviese.

JAVIER: Buen trabajo nena, la tenemos.

Una sonrisilla tonta se instalaba en mi cara siempre que me llamaba nena, no podía evitarlo, y tampoco quería hacerlo. Era su forma de dirigirse a mí cariñosamente, y me hacía sentir plena cada vez que lo hacía.

- Cómo os odio -. Fruncí el ceño tanto que mis cejas a punto estuvieron de unirse y formar una solo. - A Javi y a ti, enamorados, sonriendo como tontos por los rincones -. Estaba bromeando, pero el tono de su voz seguía siendo el mismo que tenía al hablar de Matthew, haciendo que me costase un poco darme cuenta de que se estaba burlando de mí.

- Javi no está enamorado -. Era un sentimiento muy grande, el amor. Él mismo me lo había reconocido en varias ocasiones, nunca se había enamorado, y no creía nunca poder hacerlo, pero eso no estaba reñido con no poder tener una relación estable - Pero estamos bien, es como si nos estuviésemos conociendo de nuevo -. Habían pasado muchos años, y ambos habíamos cambiado tanto que en cierto modo se sentía así.

- Ya... Lo que sea -. Y de nuevo, vuelta a hablar de su enfado y de las razones que explicaban por qué ella llevaba razón y el jefe estaba completamente equivocado.

Fue un día largo, los nervios, la ansiedad por querer hacerlo bien, y el aguantar las quejas de Emma durante la mayor parte del día me habían dejado completamente agotada.

- ¿Te invito a cenar y lo celebramos? -. Estaba contenta porque había conseguido mi propósito, todo lo que entraba y salía del móvil de Emma, lo sabríamos nosotros también, pero estaba tan cansada que lo único que me apetecía era llegar a casa.

- ¿Qué te parece si vamos a casa, pedimos algo, y lo celebramos allí? -. Él también estaba cansado, podía verlo en su cara, pero nunca lo admitiría.

- Bien... Se me ocurren muchas formas distintas de celebración, y en todas y cada una de ellas tú estás desnuda -.

Era la mejor parte del día, llegar a casa después de un largo día de trabajo y acabar en los brazos de Javi. Él era quién me daba paz, me daba fuerza para seguir a pesar de estar rodeados de tanta violencia.

Crossed Paths - [Javier Peña]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora