𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 14

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JAVIER

No sé qué me pasó esa noche, nunca me había bloqueado de esa manera. Estoy muy acostumbrado a coquetear con mujeres, a responder a todos sus comentarios, incluidos los más obscenos, pero me quedé en blanco, incapaz de articular palabra, sintiéndome idiota porque lo único que mi cuerpo pudo hacer fue quedarse ahí, embobado, mirándola caminar hacia la cocina, y luego de vuelta a su habitación.

Su contacto me quemaba la piel, incluso un rato después de que ella se hubiese metido en la habitación, el contacto de su mano en mi pecho seguía presente. No sabía que me pasaba, nunca me había sentido así con ninguna mujer, pero decidí fingir que nada había pasado y meterme en la cama.

Esa noche las pesadillas aparecieron de nuevo, como casi cada noche. Todo lo que había tenido que hacer en Colombia me torturaba, había intentado pasar página y avanzar de mil formas posibles, pero nada dio resultado, al caer la noche las imágenes de mis actos, de la gente que me importaba cayendo en mis brazos, volvían como si de una película de terror se tratase, impidiéndome dormir.

Esa mañana me desperté más alterado de lo habitual. Había días en los que las pesadillas eran más vívidas, haciendo que no pudiese sacármelas de la cabeza en todo el día. Pero ese día era diferente, desperté sabiendo que Helena estaba allí, y al instante me sentí más relajado, tranquillo, como en casa.

El trabajo también ayudó tan pronto llegué a mi mesa, Murphy me estaba esperando, con una orden de registro de un posible núcleo de tráfico de drogas. Uno de sus informantes le había llamado a primera hora de la mañana y necesitábamos salir cuánto antes, para evitar que nos volviese a pasar lo mismo de la última vez.

Y así hicimos, salimos casi volando hacia aquel lugar. El plan era que Steve y yo entrábamos los primeros, y la unidad de refuerzo que nos acompañaba ese día cubría las posibles salidas, para evitar que, en caso de que hubiese alguien dentro, pudiese escapar. Y así lo hicimos, pasamos a la casa muy despacio, con la pistola en la mano, asegurando cada rincón, cada habitación. Cómo era de esperar, no había nadie allí, pero esta vez no habían tenido tiempo de recogerlo todo. Había sacos de cocaína repartidos por diferentes zonas de la casa, todo estaba sin recoger, e incluso se dejaron una carpeta que contenía bastantes archivos, con suerte, podríamos encontrar algún nombre entre ellos.

- Nuestro día de suerte -. Miré a Steve con desaprobación, pues aunque no fuese su culpa, esa mañana no estaba para bromas. Sin embargo, encontrar aquellas pistas me había subido bastante el ánimo.

Enseguida aquello se llenó de policías recogiendo posibles pruebas, todo lo que pudiésemos utilizar para estudiar el caso y obtener algún nombre, se venía con nosotros a la agencia, por lo que no pudimos volver hasta media mañana.

A pesar de que era justo lo que necesitaba aquella mañana, estaba agotado. La tensión que la situación me había provocado me había dejado exhausto, por lo que decidí acercarme a la cafetería más cercana a la agencia y comprarme un café bien cargado. Una vez allí volví a acordarme de Helena, de que había vuelto a la ciudad, y de lo feliz que me hacía eso, por lo que quise tener un bonito gesto con ella y comprar otro café para ella.

Normalmente era una persona bastante borde con la gente de la oficina, y nadie en su sano juicio confiaría en que les llevaría café, pero ella era diferente, era mi mejor amiga, y no entraba en el mismo saco que los demás. Todos solían pensar que era un capullo, y llevaban razón, pero no me podía importar menos.

Y eso fue lo que ocurrió con Emma, noté su expresión cuando di el café a Helena, y no a ella. Era una persona que amaba ser el centro de atención, pero eso no iba conmigo, no iba a ser yo quién alimente su ego, por lo que saliendo de lo estrictamente profesional, no me dirigía a ella para nada más.

Crossed Paths - [Javier Peña]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora