Crossed Paths - [Javier Peña]

𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 2

HELENA

El timbre sonó. Todos nos miramos, pues mi padre no llamaba al timbre, habría con su propia llave.

- Se habrá dejado las llaves en casa -. Dijo mi madre mientras se levantaba a abrir la puerta. Pero un escalofrío me recorrió por la espalda, una sensación de que algo no iba bien. Fue como si mi subconsciente me estuviese diciendo que me preparase para lo que estaba a punto de llegar.

- ¡NOOOOOOOOOO! -. La voz desgarrada de mi madre se escuchó por toda la casa. Su llanto desgarrado, descontrolado, lleno de dolor, había inundado cada rincón.

Todos salimos corriendo hasta ella. La encontramos de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo y el rostro escondido entre ellas, y justo en la puerta, el compañero de mi padre. Él también tenía lágrimas en los ojos, y temblaba... Temblaba tanto que fui capaz de apreciarlo desde la distancia.

- Lo siento, de verdad... Lo siento muchísimo -. Fueron palabras dirigidas a mí, y solo a mí.

Se marchó sin decir nada más, mientras levantábamos a mi madre del suelo. Yo sabía qué estaba pasando, pero me centré en tranquilizar a mi madre. Estaba al borde de un ataque de ansiedad, apenas si podía respirar, y resultaba imposible hacer que caminara. José la cogió en brazos y la llevó hasta el sofá, tumbándola cuidadosamente. Isabella buscó unos tranquilizantes y agua, y Javi y yo nos quedamos con ella. Yo sujetaba su mano, limpiaba sus lágrimas e intentaba tranquilizarla de algún modo, aunque no lo conseguía.

Isabella consiguió que se tomase las pastillas, aunque largo rato pasó hasta que hicieron efecto. Pero finalmente, consiguió relajarse un poco, volver a retomar su respiración, hasta que finalmente consiguió hablar.

- Helena... -. No había soltado su mano en ningún momento, pero su agarre se hizo más fuerte conforme comenzó a hablar conmigo. Y sus ojos... la tristeza en sus ojos encogió mi corazón – Es tu padre... -. Yo asentí, no necesitaba explicaciones, no necesitaba saber cómo había pasado, sólo quería que ella estuviese bien.

Todos se quedaron en un segundo plano, nadie decía nada, pues no había nada que pudiesen decir que nos hiciese sentir mejor.

- Fue durante una redada... -. Su mirada se dirigió al suelo, intentando tragarse el dolor que aquello la provocaba. Noté que era algo que necesitaba contar, sacarlo de dentro, hacerlo real, por lo que no hablé, no me moví, solo apreté su mano, y escuché – Descubrieron un laboratorio de droga muy importante... La información que les llegó es que era seguro hacerlo hoy, que no se lo esperaban. Se suponía que no había peligro... Entraban, arrestaban a los trabajadores, desarticulaban el laboratorio, y volvía a casa...

Sus lágrimas caían sin parar, y su voz se quebraba al mismo tiempo que hablaba. Yo había empezado a llorar hacía rato, aunque estaba intentando contener el llanto por ella, no quería hacérselo más difícil, por muy difícil que me resultase a mí.

- Pero nada salió bien... Cuando llegaron les estaban esperando. Escondidos dentro, dejaron que la policía, incluyendo tu padre, entrasen, y una vez dentro, les acorralaron, y abrieron fuego... Todos los que entraron en aquel lugar han corrido la misma suerte. Nadie consiguió salir con vida de allí -. En ese momento no pude aguantar más, me tiré a los brazos de mi madre, llorando desconsolada, gritando de impotencia, buscando refugio en sus brazos, apretándola con todas mis fuerzas, como si así pudiese hacer retroceder el tiempo.

En ese momento, nada me importaba, ni mi cumpleaños, ni mi futuro, ni nada. Mi vida había perdido el sentido, para mí, todo parecía haberse acabado.

- Quienes les cubrían desde fuera, al escuchar los disparos, inmediatamente pidieron refuerzos -. Esta vez hablaba con José e Isabella – Pero era demasiado tarde, cuando los refuerzos llegaron y pudieron entrar, todos habían muerto... Pero me queda el consuelo de que todos han sido detenidos, y todos pasaran lo que les queda de vida entre rejas... El consuelo de que su muerte no fue en vano -.