✨Capítulo 36✨

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—Escuché todo, entonces... El resultado no es admisible porque no se ha seguido el debido proceso.

—S-Su Alteza el Príncipe Heredero, no puede entrar aquí.

Ian ignoró las palabras del Sumo Sacerdote y saludó a Cassius con la mirada, después miró a Thiel y se acercó.

—Entonces... ¿Supongo que debemos seguir el debido proceso?

Al darse cuenta de lo que Ian estaba tratando de hacer, el rostro del Sumo Sacerdote se puso pálido.

Andrés rápidamente se acercó a Ian.

—¡Su Alteza el Príncipe Heredero, no puede hacer esto! ¡Si Su Santidad se ente-!

—Sé que Su Santidad se encuentra en otro país. Andrés, tú...

—¡E-Eso...!

—¿Has olvidado que el Santo Padre me ha nombrado como su Vicario?

Iandros Krasion, era ahora el Príncipe Heredero del Imperio Krasion y Vicario del Papa en el Templo de Lycette.

Cuando era un niño, el Papa le otorgó el poder de Vicario. Sin embargo, después de ser nombrado como príncipe heredero, Ian no tenía nada para usar su autoridad, así que lo olvidó durante un tiempo...

Andrés no sabía que hacer e intentó detener a Ian.

Solo el Papa y su Vicario podían realizar una prueba de paternidad. Y ahora que Iandros llegó como Vicario del Papa, que se encontraba fuera del Templo, podía proceder legítimamente con una nueva prueba de paternidad.

Iandros acercó la mano hacia la fuente y, en el dorso de su mano, destelló el símbolo de pez que representaba a la Diosa Lycette.

—Mientras el procedimiento sea debido, eso es lo único que importa...

En cuanto Iandros terminó de hablar, la fuente brilló debido a la autoridad como Vicario y al poder sagrado que el Papa le otorgó.

—...

—...

Todos miraron al Príncipe Heredero del Imperio con la respiración contenida.

Mientras Iandros usaba lentamente su poder divino, la fuente brillaba y el color del agua dorada no cambió.

Ian alejó la mano y miró a Andrés.

—A pesar de usar el poder divino, el color del agua no cambió. Puedes admitir el resultado ahora que se ha seguido el proceso debido, Andrés.

—...

—Thiel tiene sangre de Asterian. Es la hija biológica de Cassius.

Ian colocó la mano y la barbilla sobre la cabeza de Thiel.

—Gracias, Señor Ian —murmuró Thiel y agarró suavemente la mano de Ian.

Ian, con un cabello dorado tan brillante como el color de la fuente dorada, miró a Thiel con ojos llenos de calidez.

El rostro inexpresivo de Ian se suavizó.

—¿A qué vienen esas palabras? Es natural, no hace falta que me agradezcas.

—Pero me has estado ayudando todo este tiempo —respondió Thiel.

Ian enarcó las cejas.

«Cuando la vi el otro día, se sorprendió y tembló por un regalo. ¿Cuándo cambió tanto?»

El rostro de Thiel estaba animado, sus ojos brillaban como la luz de las estrellas y su voz era clara e inquebrantable.

Ian sonrió débilmente ante el cambio de Thiel.

Bebé leopardo de las nieves de la familia de las panteras negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora