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Maratón 1/3

La tranquilidad de este dia me estaba dando dolor de cabeza, iba relativamente bien y eso es algo inquietante ya que desde siempre se ha sabido que mi vida no es nada calmada y cada día tengo que sorprenderme con algo.

Hice lo mejor que pude para tener que  sobrellevar esta falsa tranquilidad y quién sabe, a lo mejor es algo que mi existencia necesitaba.

La supuesta mujer que no se despegaba de Agatha se esfumó de la universidad ¿raro? Lo es, paso despues de que yo hablara seriamente de nuestra relación con ellas, aunque tampoco le puse tanta importancia, digo si a Agatha no le importó ¿por qué a mi si?

Llegamos a las horas muertas de las clases en dónde puedes ir a la cafetería sin ningún problema, distingui a lo lejos al tan adorado grupito de raros que tengo, antes de ir con ellos quise comprar mi almuerzo.

Yo era una persona que no desayunaba hasta el regaño de Morgana, aunque luego de pasar el desayuno creanme que me convertia en una persona sin fondo en el estómago, nunca me sentía llena, nunca me sentia satisfecha de lo que comia, por qué? No sé.

Me formé en la fila para poder pedir mi comida pero una cabellera rubia me distrajo entrando por la puerta de la cafetería, el sonido de sus tacones van tan firmes como los latidos de mi corazón, a cada paso que daba era sentir el golpeteo en mi pecho.

Sentía ya su presencia cerca de mi más específicamente atrás de mi.

Sé que teniamos que parecer simplemente alumna y profesora pero cómo iba a poder hacerlo si mi mente gritaba que estaba tan cerca y mi cuerpo quería cobrar vida para poder satisfacerse con su tacto.

Suspiré fuertemente y escuche su risa silenciosa en mi nuca causando escalofríos haciendo que todo mi cuerpo se erizará y me tuviera que mover involuntariamente por los espasmos.

Me recompuse y me volví a parar firme e indiferente a su presencia, fue mi turno de ordenar y mi turno de desquitarme por su bromita, el que atendía la barra era súper "amable" con las mujeres, justamente fue Zoran el que me avisó.

- Hola hermosa, ¿qué te sirvo?.- bueno, fue más facil de lo que pensé. Reí y la escuché bufar.

- Hola, quisiera una botella de agua, fruta y una ensalada. Por favor.- contesté coqueta.

El chirrido de sus tacones al oírme ordenar creo que hicieron callar toda la cafetería porque lo único que escuchaba era su pie inquieto dar contra el suelo.

Dijeron mi nombre y regrese mi atención al chico de la barra.

- Solamente eso, o desea ordenar mi número también?.- Qué? Escuché bien?

Dios, que falta de imaginación tiene.

Rodé los ojos y cuando le iba a contestar alguien se me adelantó.

- Entonces ese es tú trabajo niño? Ligar a las alumnas con tu falta de tacto y tú labia barata?.- salió su voz ronca y fue un choque en mi entrepierna.

Se quedó mudo y yo solo quise esconderme de vergüenza por el chico.

Para salir de ese momento incómodo hablé;

- Me dirás cuánto es?.

- Eh, ah si. Serían $15 dolares.- saqué el dinero y lo saqué de su momento más humilde.

- Gracias, puedes conservar el cambio.- Yo solo quería huir de ahí.

Pasando al lado de mi rubia de reojo ví como se remojaba los labios y me daba una sonrisa cínica, yo solo atine a apretar más la bandeja dónde tenia la comida y sellar mis labios para no decirle nada.

Ella lo sabía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora