Capítulo 43: Blanco y negro.

1.4K 119 226
                                    

Eran las nueve con cuarenta y cinco minutos cuando cierto pelinegro arribó a la isla. Había estado afuera realizando una misión muy importante de infiltración que le encargó su líder y ahora que había terminado con su trabajo regresaba triunfante a Baltigo. Esa mañana hacía más calor de lo normal por lo que el veinteañero había optado por deshacerse de su abrigo largo y llevaba puesto solamente su camisa color azul rey la cual tenía desabrochados los tres primeros botones, se había arremangado la prenda a la altura de los codos permitiendo así que el aire lo refresque aunque sea un poco. Sus largos cabellos azabache caían por su rostro y se pegaban a su frente gracias al leve sudor que perlaba su frente. El pobre comandante se sentía dentro de un maldito horno que inclusive había aflojado su pañuelo para permitirse respirar sintiéndose tentado a quitarse sus guantes también, pero sin hacerlo porque era muy estricto con su apariencia general y le gustaba verse siempre elegante, pulcro y sofisticado, hábito que se le había quedado gracias a crecer dentro de la nobleza y que jamás pudo quitarse a pesar de haberse unido a los revolucionarios a edad temprana.

—Maldición... Estoy muriendo —musitó por lo bajo poniendo su mano en su frente haciéndose sombra para poder mirar mejor a distancia notando que la sede ya estaba cerca— Me pregunto si Ace estará usando protector solar, ahhhh... No me gustaría que mi hermanito se queme con los rayos uv, espero que sus nakamas lo ayuden como es debido—lloró para sus adentros orando por el bienestar de su luz.

—¡Oh! ¡Comandante! —escuchó gritar a unos de sus subalternos— ¡Qué bueno que está de vuelta! ¡Ya me enteré de que la misión fue un éxito! ¡Tal y cómo se esperaba de usted!

—¡Por supuesto! —contestó con una gran sonrisa y tono altanero mientras levantaba su brazo presumiendo su fuerza— ¿Y Roger? —preguntó.

—Se encuentra descansando, tuvo que trasnochar para planear la estrategia de nuestro próximo asalto, dentro de dos horas realizará una junta así que por el momento puede relajarse.

—Geniaaaaaaaal —exclamó exhausto caminando hacia su alcoba pues deseaba darse una larga ducha para quitarse ese horrible olor y relajarse un poco.

O por lo menos ese era el plan del revolucionario cuando a mitad de patio pudo ver a un cuervo acercándose directamente a su posición, cosa que lo emocionó de sobremanera pues le hacía feliz saber que Gilbert, su querida mascota había venido para recibirlo. Con esa imagen en mente no pudo evitar que un pequeño sonrojo se pintara en sus mejillas al mismo tiempo que sus ojos se volvían brillosos y al instante posicionó su brazo para dejar que el ave descansase allí, cuando repentinamente su paz mental se vio afectada al notar un comportamiento extraño proveniente del animal.

—¿Gil? —alcanzó a pronunciar segundos antes de que el ave empezara a picotear su cabeza con gran vehemencia casi como si lo odiara— ¡Ah! ¡¿Qué?! ¡Gil! ¡¿Qué haces?! ¡Noooo! ¡¿Por qué?! —empezó a gritar al tiempo que se cubría con sus manos intentando evitar que le diera en la cara— ¡Ah! ¡Joder, duele! ¡Ya basta! —gritó fuertemente comenzando a agitar sus brazos logrando así que la mascota se alejara unos pocos centímetros parándose en una baranda— ¡¿Qué diablos sucede contigo?! —replicó herido— ¡¿Es porque me tardé en mi misión?! —preguntó desolado sólo para quedarse unos segundos en silencio analizando con detenimiento al animal— Un momento... Tú no eres Gilbert... Acaso eres... ¿Vincent? —preguntó sorprendido, pero entendiendo por fin su comportamiento hostil— ¿Qué haces tú aquí? —mencionó intentando buscar la carta en su pata cuando repentinamente pudo escuchar una voz conocida llamándolo.

—Oiiiiiiiiiiiiiiii ¡Julieta! ¡Llegó una carta para ti! —mencionó cierto peliverde sintiéndose jodidamente entretenido mientras una sonrisa socarrona se pintaba en su rostro.

—¡¿Cómo me has llamado?! —gruñó molesto sintiendo su ceja brincotear por la rabia.

—Julieta —contestó divertido— Ese eres tú ¿No? —se rió mientras le entregaba la carta a su superior en donde podía verse ese estúpido apodo escrito en el frente.

Corazón Encrucijado •LawLu• ONE PIECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora