Unos encuentros sorpresivos

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En Londres, Stear se encontraba en el hospital acompañando a la joven que ya había despertado hace un par de horas. No le decía nada, más solo se habia levantado y mirado en el espejo

¿Quien eres? -Stear se puso de pie colocándose detrás de la joven, aún se veía debil- ¿te conozco?

Supongo... -dijo sin más- Gracias por encontrarme, ser prisionera durante dos meses, casi tres, no es nada gracioso

¿prisionera? ¿escapaste de la cárcel? -se preocupo-

No, fui atrapada por tres jovencitos malvados... Pero al parecer una desertó la misión. -sonrío y se quejo- Diablos, como duele...

¿que duele? -Se acercó a mirarla notando que se tocaba el lado de la costilla izquierda, sin pedir permiso, decidió quitarle la parte delantera del vestido viendo que ella se cubría rápidamente y volvía a quejarse- Vaya... Tienes un corte profundo...

Si, bueno... -desvio la vista, recordó que al caer, se rasguño fuerte con una roca filosa- Talvez al caer a la calle, me heri...

Tendre que comentarle al doctor -la miro y se sonrojo, esa chica tenía una mirada azul preciosa y le recordaba en si a los ojos de Anthony- Tienes...

¿Que? -contesto rápidamente-

...ahm... Tienes unos ojos muy hermosos -se sonrojo y la chica lo imitó, sonriendo por debajo de un poco notorio suspiro

Gracias Stear... -ida en sus pensamientos, olvidó que debía fingir no saber quién era...

¿Cómo supiste mi apodo? -se quedó confuso y Katherine se quedó en blanco. Había revelado información  y eso era lo peor. lo más importante de una espía o como la gente quisiera llamarle, era guardar compostura ante cualquier situación y dos, no revelar información que pueda hacer notar tu identidad verdadera.

Ahm... -abrio los ojos de par en par como pudo- bueno... Es que trabajo en información de londres -sonrío nerviosa- Bueno...y supe cuando llegaste a estudiar al colegio real San Pablo...

¿Enserio? -la miro de pies a cabeza-

Si... -sonrío mientras sentía que toda su identidad era revelada- confía en mí...

Por supuesto... -le sonrió y beso la mano, sin embargo, si seguía actuando así el joven que vio nacer prácticamente, sería una catástrofe











Al fin podemos hablar a solas, Candy -Terry se sentó junto a la fusta que estaba en la mesita de madera tallada. Candy estaba frente a el, con las manos en el vientre y un moretón grande en los labios. Miraba con frialdad a su ex amor- ¿Cómo estás?

Serías cínico si preguntas ahora luego de lastimarme durante casi 3 meses -lo miro y el se quedó mudo- persecución, amenazas, búsquedas, difamación ...

Yo no comenté nada a los periódicos -la miro firme- eso no

¿y crees que te voy creer? -candy se puso de pie y se acercó a mirar la pequeña ventanilla del barco que iba rumbo a América, precisamente a New York donde se mudaron ahi- Terry, eres un vil mentiroso y no me gustas... Entiendelo ya!

Mientes -murmuro y se puso de pie- se que aún sueñas conmigo...

No seas egocéntrico -candy lo miro molesta- no eres tan perfecto

Bueno, eso dices ahora que estas molesta conmigo -la abrazo despacio apegandola a el- Se que aún me amas, Candy... Han pasado solo 3 meses, ¿tan pronto olvidas?

La muchacha pecosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora