La muchacha pecosa

Tiempos aquellos en los que solíamos descubrirnos

Albert!

La voz de una pequeña niña lo llamaba. Se encontraba en el rosedal, era obvio, pero era diferente, estaba como hace años cuando su hermana estaba por morir; se miro en el reflejo de un charco de agua, era un niño, pero se veía las manos y era el joven semi adulto de ahora.

Albert! Aquí estoy!

El llamado nuevamente lo hizo mirar al frente, está vez, se veía la figura de una pequeña niña en la entrada. Entre cerro los ojos para ver quién era, pero le era imposible debido a una luz cegadora a las espaldas de la sombra. Se acercó un poco, cubriendo levemente su vista de la luz, viendo que esa figura poco visible se acercaba lentamente.

Albert!!

Al voltear, se encontró con Katherine, lo miraba preocupada. Se sorprendió al verla transformada en una niña otra vez y al verse las manos, noto que también lo era. Esto no era posible, era un sueño; miro nuevamente a la oji azul que lo miraba de pies a cabeza como buscando si le sucedía algo al rubio mayor, pero al ver que este formaba una sonrisa, sonrió con alivio

¿Que haces aquí afuera, Albert? -katherine lo miro- la tía se va a enfadar si te ve aquí! Sabes que no le gusta que te ensucies y más cuando vendrán visitas

¿Cómo? -estaba confundido, pero tenía una sonrisa en la cara. Le conmocionaba mucho ver a su prima nuevamente como una niña, le encantaba recordar su pasado jugando con ella- ¿Quien viene?

Bueno, viene el doctor a ver a Rosse -sonrío levemente- sabes que no se ha sentido bien, además, viene el señor Brown

Cierto -comento y recordó así que esta escena había sucedido en su infancia. Era el peor día de su vida, ya que su hermana moría hoy; Albert tuvo una sensación extraña en los ojos y dejo caer las lagrimas-

¿Estás bien? -la pequeña se asustó al ver las lagrimas de su primo, le abrazo fuerte y Albert solamente correspondió aferrando a la niña junto a el. Odiaba ese día, había Sido el peor de su día... Y en general, esa semana fue la peor- Albert...

Solo, déjame estar así un poco más -musito dejando caer las lágrimas. Pronto, sintió los pequeños pasos de un niño y, de forma delicada, se separó de su prima observando de manera borrosa a su sobrino, el pequeño de unos 4 años, Anthony- Anthony... -cuando se froto los ojos para ver mejor, no había nadie a su alrededor y ya no estaba la tierra y las rosas empapadas, era como estar en verano, el aroma fresco del rosedal le causaba una sensación de paz extraña

Albert... -al oír la voz a su espalda, volteo, viendo a su prima ya hecha una joven de 19, la edad actual. Sonrió con emoción al verla frente a el y la abrazo con fuerza- También me da gusto verte después de tanto, pero... No tengo tiempo, solo debes escucharme -se separo lentamente y le tomo las manos- debes ayudarme

En lo que sea! -albert le sonrió y su prima supo que el no había comprendido-

Escucha, ya es tarde para mí, pero debes ayudar a mis hijos... -lo miro con angustia y Albert dejo de sonreir- por favor, cuídalos y dales la vida que quieran... -nego con la cabeza- me refiero a que... No les cortes las alas como lo hicieron con nosotros

¿De que hablas? -confuso, la miro y recordó así, los dos bebés que llegaron en un canasto- ellos son...

Si, pero faltan dos, Albert! Te lo ruego... -murmuro- te lo ruego, yo ya no puedo hacer nada... Pero tú y Candy si, por favor, y cuenta nuestra historia

¿de que tonterías hablas, kat? Ellos te verán! -la agarro con fuerza- ¿Dónde irás? ¿dónde estás?

Pronto nos vamos a ver Albert, tu a mi si, yo a ti...no creo -tomo aire y se separo- Albert, tengo que irme