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Su mente nunca antes había estado tan en desorden como ese momento. Una sensación de tristeza y melancolía invadía su corazón sin lograr comprender el porqué se sentía así.

Su espalda se sentía fría por la pintura que se untaba contra él pero al mismo tiempo se sentía cálida por los dedos de quién la acomodaba con mucho cuidado y dedicación, a pesar de siempre recordar la temperatura de los dedos de su amante como fría, su toque se sentía cálido. Al menos en su corazón.

No lo está viendo pero sabía que su amante lo miraba con una gran sonrisa, apareciendo cada parte de su ser como si él fuera la obra de arte, no la pintura que estaba haciendo en su espalda desnuda.

Entonces, cayó en cuenta y quiso mirar la dulce sonrisa del contrario.

Yeonjun despertó entonces.

Apenas sus ojos se abrieron en medio de su sueño, un dolor de cabeza lo invadió, haciéndose presente cuando con mucha dificultad, Yeonjun se sentó en la cama intentando tomar conciencia y mirar todo con más claridad.

—Maldita sea.

Maldijo para sí mismo cuando el dolor en su cuerpo se hizo presente por todos lados. No solo su cabeza dolía por haber despertado de la nada, también dolían algunas partes de su cuerpo como su cuello o su espalda por haber dormido en una mala posición. Sumando a eso, el sudor que envolvía su cuerpo.

Detestaba cuando eso pasaba, era tan molesto dormir para descansar y despertar peor de lo que estaba antes de dormir.

Pero lo que más le molestaba era que de nuevo estaba teniendo esos sueños sin sentido a los que ni siquiera podía encontrar un significado relevante por más que los analizará una y otra vez.

Maldijo de nuevo cuando un dolor punzante apareció en su cabeza de nuevo cuando se puso de pie con mucha dificultad.

Usualmente si se le hacía tarde para ir al trabajo no tomaría un baño hasta regresar, sin embargo, no pensaba presentarse a su trabajo en ese estado tan deteriorado. Olvidándose de su malestar y de su mente loca que no paraba de pensar en su anterior sueño, se dió rápidamente una ducha.

Bajo las escaleras con prisa una vez que estuvo totalmente listo.

—Justo estaba apunto de subir e irte a despertar —dijo su abuela una vez que lo vio bajar y pararse frente a ella—. Es tarde, Junnie.

—Lo sé, lo siento —dijo formando un pequeño puchero en sus labios—. Me quedé dormido de nuevo, no pude evitarlo. No sé qué me pasa en estos días.

—Seguro tu cuerpo está muy cansado. Es la primera semana de vacaciones y lo único que quiere es descansar —dijo la anciana con una sonrisa—. Pero procura que no pase tan seguido, ya es tarde, Taehyun está afuera esperando.

—¡Cierto, Taehyun! —exclamó—. Debo irme, regresaré en la noche. ¡Te amo! —dijo antes de besar la mejilla de su abuela y salir casi corriendo de casa.

Salió por la puerta que daba hacia la panadería que sus abuelos tenían en su casa. Se despidió de su abuelo y de Chaewon, la chica que ayudaba a sus abuelos con la panadería. Finalmente salió por la puerta, encontrando a Taehyun que miraba su celular recargado contra la pared.

—Ya estoy aquí —dijo, llamando la atención de Taehyun.

—¿Tarde de nuevo?

—Si —un pequeño puchero se formó—. Lo siento, apenas llegué del parque me acosté y ya no me pude despertar hasta ahora —comentó mientras empezaba a caminar a la par de Taehyun.

—¿Qué pasa contigo? No sueles dormir mucho, Jun.

—Lo sé, lo sé, eso me frustra demasiado —suspiró—. Más por esos sueños sin sentido que no logro entender.

—¿Qué soñaste está vez?

—Ah, era confuso, pero no tenía camisa.

Taehyun soltó una pequeña risa cuando escuchó a Yeonjun. —Dios, Yeonjun, no sigas por favor, no quiero saber que más paso.

—¡No pasó nada raro! —exclamó, riendo también—. Solo, no tenía camisa y alguien estaba pintando mi espalda ¿entiendes? Sus dedos estaban muy helados pero se sentían cálidos por alguna razón. Quise ver el rostro de quién me estaba pintando porque sabía que estaba sonriendo pero me desperté de golpe cuando eso pasó.

Taehyun miró a Yeonjun con una pequeña mueca de confusión.

—Siempre pasa eso, siempre hay alguien ahí pero nunca se quién es. A diferencia de otros sueños es la primera vez que sueño algo tan íntimo como esto —continuó—. Nunca he visto su rostro pero siento que me mira con amor y con una gran sonrisa, como si yo fuera su mayor obra de arte.

—¿Crees que tu mamá tenga algo que ver en esos sueños?

Preguntó Taehyun, haciendo que Yeonjun frenará de inmediato, quedándose en seco.

—Lo siento, no debí preguntar eso —Taehyun se acercó un poco más a Yeonjun para mirar su rostro y asegurarse de que estaba bien, poniendo su mano en su hombro—. ¿Estás bien?

—Lo estoy —Yeonjun respondió de inmediato—, solo que no había pensado en eso —sacudió su cabeza eliminando sus pensamientos y siguió caminando de nuevo—. Ahora que lo dices, no tiene que ver con mi mamá. He soñado con ella antes y definitivamente no se siente igual.

—No deberías darle tanta importancia, solo son sueños al final de todo —dijo Taehyun intentando que Yeonjun calmará sus pensamientos lo cual pareció resultar.

El tema terminó ahí cuando tomaron el transporte público para poder llegar más rápido al restaurante donde ambos trabajaban.

A pesar de que iban un poco atrasados lograron llegar a tiempo. Apenas llegaron al restaurante se despidieron pues posiblemente no podrían hablar hasta que sus turnos terminarán. Mientras que Taehyun era mesero y se encargaba de tomar órdenes y llevar comida, Yeonjun estaba en el centro del restaurante cantando para darle un ambiente cálido al lugar.

Desde pequeño le gustaba cantar, sus abuelos siempre le recordaban esto y le hicieron fortalecer su voz, enseñándole música y llevándolo a escuelas de canto dónde descubrió su gran pasión por la música.

Nunca se había tomado todo esto tan a fondo hasta que Taehyun lo recomendó con su jefe para que pudiera dar presentaciones nocturnas que seguro atraería al público por el guapo chico que tenían una dulce voz en aquél restaurante. Cuando Yeonjun se presentó y mostró su gran destreza el personal quedó totalmente impresionado, que no dudaron en contratarlo, siendo ahora parte de la esencia del lugar.

Su trabajo no era la gran cosa pero definitivamente lo amaba. Pararse en el centro y cantar un par de canciones, a veces se acompañaba de su guitarra o solo de su voz. Algunas veces interactuaba con el público o cumplía peticiones de ciertas canciones que se le pedían. Amaba su trabajo, amaba los escenarios y la música.

Sus días no eran fuera de lo normal como hasta ahora. Quizás los sueños que lo habían estado atormentando en los últimos días pero cuando pisaba el escenario del restaurante, su cabeza se desconectaba y solo se enfocaba en disfrutar de su propio espectáculo.

Ese día también fue normal, quizás el último que fue así.

Jazz Bar | Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora