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El aire ligeramente caliente chocó contra el rostro de Soobin cuando salió del aeropuerto. Claramente había una gran diferencia de temperaturas entre el aire fresco del avión y del aeropuerto al aire veraniego de Seúl.

Miró a su alrededor, quedándose fascinado por los ligeros cambios que había desde la última vez que había ido a Seúl.

Aunque cuando era pequeño solía ir con mucha más frecuencia, poco a poco dejó de hacerlo, hasta el punto de pasar cuatro años desde que no visitaba a Seúl, por eso cuando se enteró que su madre estaría ahí por unas cuentas semanas, no dudo en rogarle porque lo dejara venir con ella.

—Soobin —su madre lo llamó para capturar su atención—. Anda, sube —dijo un poco apurada mientras mantenía su teléfono en su oído.

Soobin no dijo nada más y solo obedeció.

El chófer lo ayudó a subir su equipaje y después subió al auto junto con su madre para finalmente irse hacia su casa de la infancia en Seúl.

Durante el camino se dedicó a responder algunos mensajes y revisar una que otras cosas en este, aunque prefirió tomarle más importancia a mirar las bellas calles de la ciudad que no veía hace mucho tiempo.

Una gran sonrisa se hizo presente cuando después de unos minutos el auto se estacionó frente a la que recordaba como su casa de infancia.

Impaciente por volver a recorrer cada parte de esta, Soobin bajó del auto con rapidez y corrió a la puerta de la casa con una enorme sonrisa al poder divisar unos rostros conocidos.

—¡Sooyoung! —abrazó a la mujer con una sonrisa.

—Soobin, qué bueno que ya estás en casa —la mujer lo recibió con una enorme sonrisa, acariciando con cuidado su cabello oscuro—. Mira cuánto has crecido, ya no eres el niño que ví hace unos años.

Sooyoung era su tía. Ó algo como eso, en realidad era una amiga bastante cercana a su padre que la consideraba familia, en especial porque Sooyoung había cuidado a Soobin y lo había criado, por eso su relación era tan cercana. Incluso Soobin lo consideraba su otra madre.

Pero después de que se mudó junto con su madre a Londres y Sooyoung se quedó en Corea, la comunicación se cortó un poco. A veces mandaba mensajes a Sooyoung para asegurarse de que estaba bien y preguntar sobre cómo estaba todo por allá. Eran simples pláticas.

—Esta vez me teñí de negro, ¿te gusta? —Soobin revolvió su cabello para mostrarle a Sooyoung con una gran sonrisa.

—Te queda muy bien Soo.

Sooyoung acompañó a Soobin hasta su habitación, dándole un pequeño tour de la casa, aunque a pesar de los años que no había ido a la casa parecía estar igual.

Incluso su habitación casi vacía. Una vez se mudo había quitado la mayoría de las decoraciones y objetos de su habitación para llevárselo a su nuevo hogar. Apenas estaba su cama y unos cuantos muebles más. Se sentía sola pero no había mucho problema con ello pues apenas y se quedaba unos pocos días ahí.

Aunque a diferencia de esta vez, se quedaría todas las vacaciones de verano. Pensó que no estaba mal decorar un poco su antigua habitación antes de regresar a Londres. No quería que se viera tan blanca y solitaria.

Por alguna razón, necesitaba hacerlo, como si algo lo hiciera querer quedarse ahí de nuevo.

—¿En qué tanto piensas? —una voz proveniente de la puerta de su habitación los sacó de sus pensamientos.

—Beom —sonrió.

—¿Me extrañaste, Soobinnie? —Beomgyu abrió sus brazos esperando a que Soobin corriera hacia él y lo abrazara, recibiendolo con una gran sonrisa.

—Obvio que te extrañe —abrazó con mucha fuerza a Beomgyu, recibiendo caricias en su espalda de parte de su mejor—. Quería llegar a casa lo antes posible y verte.

Soobin y Beomgyu se quedaron un rato más en su abrazo. Si había alguien a quien Soobin había extrañado más que a nadie había sido a Beomgyu. Hijo de Sooyoung y que por la cercanía, habían crecido juntos y se había convertido en su mejor amigo de toda la vida sin importar la distancia.

—Debes descansar, en la noche vendré con Arin para ir a celebrar a algún lugar tu visita —dijo con emoción mientras se esperaba.

—¿Si? ¿A dónde iremos?

—No muy especial, recientemente encontré un restaurante casi a las afueras de la ciudad que quedé enamorado de la música y la comida es excelente —respondió—. Te aseguro que te gustará.

( ... )

Soobin terminó de arreglar su cabello cuando escuchó algunos golpecitos en la puerta de su habitación, mostrando a Beomgyu y Arin en la puerta.

—¡Soobin! —exclamó Arin para recibir a Soobin con un gran abrazo.

—Arin, te extrañe mucho —Soobin recibió a Arin, acariciando la espalda de la chica con mucha felicidad.

—¿Estás listo? —preguntó Beomgyu acercándose a sus amigos.

Soobin asintió y salieron de la habitación. Antes de irse totalmente Soobin se despidió de su madre a quien previamente ya le había anunciado que saldría con sus amigos. No le dijo nada, solo le dijo que procurara no llegar demasiado tarde o pasarse de copas.

A pesar de que la invitación había sido por parte de Beomgyu, Soobin fue quien se ofreció a llevarlos al restaurante en su auto.

El restaurante era demasiado grande, apenas entraron al lugar se encontraron con un gran jardín donde familias y amigos disfrutaban su cena en aquel restaurante. La música Jazz y la suave voz de quién acompañaba las melodías le daban ese toque especial y elegante.

Algo se movió en Soobin cuando escuchó esa voz.

Ese sentimiento se hizo más presente cuando Beomgyu decidió tomar una mesa en el interior del restaurante y la voz de aquel desconocido se hizo más fuerte y clara.

—Esa mesa de allá —Soobin señaló una mesa en específico.

—¿Esa? ¿no prefieren mejor algo afuera? —preguntó Arin.

—No, esa. Quiero ver a quién está cantando—respondió Soobin de nuevo, tomando la iniciativa para caminar hasta la mesa y tomar asiento justo en el centro.

Una vez se acomodó y posó su mirada en el escenario, encontró a un chico de un divertido y llamativo cabello color naranja cantando una dulce canción con sus ojos cerrados y una suave sonrisa.

No sabía por qué se sintió así.

Pero Soobin sonrió como si se alegrara de verlo otra vez.

Jazz Bar | Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora