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Julio, 1962

—Él es especial, Yeonjun —habló la mujer mientras caminaban por el gran pasillo de la casa.

Era una casa enorme. Desde que se paró frente a ella en la enorme puerta, Yeonjun se quedó boquiabierto por lo gigante que parecía eso.

Tan solo el jardín de la entrada parecía ser del tamaño de casi todo un vecindario. Y una vez dentro quedó aún más sorprendido por lo grande que era y por lo elegante que lucía. Todas las estatuas y decoración de alrededor estaban perfectamente acomodadas y limpias, haciendo ver la casa aún más sofisticada de lo que podía ser.

—Tuvo una recaída hace unas semanas pero ahora está mejor —comentó nuevamente la mujer—. Mejoró cuando supo que una de sus pinturas había sido expuesta en uno de los museos de la ciudad. Seguro que eso levantó su ánimo y lo ayudó a levantarse de la cama.

Yeonjun y la mujer se pararon frente a una gran puerta de cristal que daba hacia el jardín trasero de la casa. Entonces Yeonjun vio justo en el centro al chico. Un chico castaño que estaba de espaldas pintando un lienzo.

—Usualmente está casi siempre afuera o en su habitación pintando algo. No es necesario que estés a su lado, mientras te mantengas cerca de él y lo vayas a checar de vez en cuando está bien.

—Lo tengo claro —Yeonjun asintió con su cabeza aún mirando con detenimiento la cabellera castaña.

—Como te dije, tuvo una recaída hace unas semanas y aunque ahora se encuentra estable, aún tiene que seguir una línea de medicamentos hasta que esté totalmente recuperado —explicó la mujer mirando a Yeonjun—. No suele dormir muy tarde, usualmente toma la cena a las nueve y se duerme a las once. Dale sus medicamentos después de que termine de cenar, él te dirá cuando esté listo.

Yeonjun asintió de nuevo.

—Son medicamentos fuertes, Yeonjun. Así que puede que tenga efectos secundarios cómo ligeros ataques de taquicardia. Si pasa esto, llévalo un momento a caminar al jardín hasta que se calme.

Yeonjun siguió asintiendo en voz baja, guardando e intentando memorizar para sí mismo todas las indicaciones que había recibido hasta ahora por parte de su mayor.

A pesar de eso, todavía se encontraba entretenido en el castaño y en la pintura que estaba haciendo. No era un lienzo muy grande pero podía ver a lo lejos la dedicación y esfuerzo que el chico ponía en ella. Poniendo pintura en sus dedos y luego esparciendo con mucho cuidado y exactitud sobre el lienzo. Yeonjun no estaba seguro de que estaba pintando pues el cuerpo del castaño tapaba la mitad de este.

—De todos modos, te dejé una libreta de notas dónde están todas las indicaciones y medicamentos que debas usar bajo cualquier situación —dijo—. Él también sabe que debe de tomar así que te ayudará mientras aprendes. Estoy seguro que será muy amable contigo.

—Haré mi mejor trabajo para poder aprender todo rápido —dijo Yeonjun con una sonrisa animada, haciendo que la mayor también sonriera satisfecha.

—Estara ahí un par de horas más, puedes ir a desempacar tus cosas en la habitación que se te asignó. Yo le haré saber que ya estás aquí.

Yeonjun asintió, se dispuso a irse a la habitación que anteriormente ya se le había mostrado al ver cómo la mujer abría la puerta y empezaba a caminar fuera.

Pero antes de irse totalmente, la mujer lo detuvo.

—Gracias por aceptar cuidar a Soobin, Jun —la mujer lo miró con una cálida sonrisa.

—Es un placer para mí ayudar —Yeonjun hizo una pequeña reverencia.

La mujer sonrió de nuevo y caminó hasta Soobin quién pareció notar su presencia rápidamente. Yeonjun se quedó unos minutos más mirando al castaño a través del vidrio. Vió como la mujer le decía unas cosas al chico y luego este volteo para verlo, regalándole una dulce sonrisa que hizo a Yeonjun sonreír felizmente también.

Yeonjun movió ligeramente su mano de un lado a otro aún sonriendo para después irse a desempacar sus cosas como la mujer le había sugerido.

Horas más tarde, Yeonjun se encontró saliendo de su habitación y caminó unos pasillos hasta encontrarse al castaño sentado en un sofá leyendo un libro cómodamente.

—Oh, te quería ver. Yewon se fue hace unos momentos —el castaño dejó su libro a un lado y se levantó con un poco de dificultad para caminar hacia Yeonjun—. Soy Soobin, por cierto —extendió su mano.

—Soy Yeonjun —saludó con calidez, estrechando su mano.

—Yeonjun... Lindo nombre.

Jazz Bar | Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora