Enero, 1963.
Yeonjun se paseó por la cocina, tomando dos tazas para preparar el café matutino que a Soobin tanto le gustaba y también, uno para él mismo.
A lo largo de esos meses viviendo con él había conocido más a Soobin y había aprendido más cosas que necesitaba y eran parte de su rutina diaria muy aparte de sus medicamentos. Eso incluía su café con una cucharada de café y dos de azúcar para iniciar el día de buena manera, así como también las horas que dedicaba a sus pinturas y los paseos que hacía de vez en cuando a la playa frente a su casa.
Soobin vivía en un lugar bastante bonito, a las orillas de un pueblo playero y que gracias a esto lograba conseguir una buena vista hacia la playa. Yeonjun debía admitir que a veces le gustaba rondar por el jardín a ciertas horas del día solo para poder observar el amanecer y el atardecer. Un espectáculo digno de las pinturas que Soobin hacía.
Pero no era solo la ubicación de la casa lo hacía a Yeonjun disfrutar su estancia ahí, la compañía de Soobin también era bastante agradable. Llevaban cinco meses conociéndose y lograron entablar una buena amistad. Yeonjun pensó que eso era increíble y principalmente lo más fundamental, pues si Soobin lo había admitido en su hogar y más encima hacerse responsable de él y su enfermedad, sentía que tener una amistad cercana y llena de confianza era lo mejor para poder entenderse.
Una amistad cercana, demasiado cercana.
Soobin no hacía mucho ruido pero Yeonjun sabía que se encontraba ya sentado en la mesa del comedor, posiblemente leyendo las noticias del periódico que Yeonjun recogió esa mañana del buzón de la casa.
—Escuché en la radio que haría mucho frío este mes —comentó Soobin.
—¿En serio? —respondió Yeonjun mientras servía el agua caliente en una de las tazas—. No suele oír la radio.
—¿Por qué? —Soobin lo miró curioso.
—No hay una razón clara, siendo honesto —contestó—. Creo que es por mi madre, recuerdo que una vez salió una noticia sobre una manifestación que hubo cerca de donde vivíamos y le disgusto mucho, así que nos prohibió escuchar la radio porque dijo que metía ideas raras a la cabeza —dijo mientras dejaba la taza de café frente a Soobin—. No le creo que sea así, pero solo me acostumbré a no oírla.
Soobin soltó una ligera risa por la historia de Yeonjun.
—¿De que era la manifestación para que tu madre se haya puesto así?
Yeonjun guardó un repentino silencio por un momento pero luego siguió. —Era una manifestación sobre los derechos de las personas homosexuales.
—Tu madre es un poco extremista —Soobin dijo, haciendo que Yeonjun riera por ello—. ¿Qué piensas sobre eso, Yeonjun?
—¿Sobre qué? —lo miró curioso, mientras tomaba asiento justo enfrente del castaño.
—De eso, hombres que aman hombres y mujeres que aman mujeres.
Soobin preguntó como si nada, tomando el primer sorbo de su café mientras que Yeonjun se quedó en silencio un momento, causando curiosidad en Soobin al no haber obtenido una después rápida.
—¿Tú qué piensas sobre eso? —evadió la pregunta.
—Si soy sincero, Yeonjun—comenzó Soobin—, yo pienso que el ser humano puede hacer cosas asombrosas y amar es una de ellas, así que no veo la necesidad de limitar un sentimiento tan grande como lo es el amor. Si puedes amar, ama a quien tú quieras. Eso es lo que pienso —dijo Soobin con total franqueza. Yeonjun lo miró fijamente bastante cautivado por las palabras de Soobin.
—Eso suena tan hermoso —una dulce sonrisa se escapó entre los labios de Yeonjun.
—El amor es hermoso, Yeonjun —Soobin también le sonrió, llevando nuevamente su taza de café a sus labios.

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Jazz Bar | Yeonbin.
Fiksi PenggemarLa vida de Yeonjun parecía ser normal, sus días de verano eran tranquilos y tenía un buen trabajo nocturno cantando en un restaurante. Todo cambia cuando un nombre desconocido y el rostro de un extraño comienza a aparecer en sus sueños y de un día a...