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Julio, 1973.

Soobin levantó su vista un par de veces mirando a Yeonjun. Sus labios hacían una mueca y sus cejas estaban fruncidas. Yeonjun por su parte lo miraba con atención, confundido por el rostro de inconformidad de Soobin pero sin atreverse a preguntar algo.

—Es la primera vez que me sucede algo como esto —dijo Soobin, dejando su lápiz en la mesita que tenía a su lado—. No lo entiendo.

Se levantó de su asiento y se acercó hasta donde estaba sentando Yeonjun. El contrario aún sin atreverse a preguntar algo, lo miro en silencio, tragándose sus palabras cuando de repente la distancia entre él y Soobin era extrañamente cercana. Más de lo que debía de ser.

—Llevo días queriendo dibujarte pero ahora que te tengo frente a mi parece que olvide hasta como tomar un lápiz —Soobin seguía mirándolo, sin tomarle mucha importancia al ligero sonrojo que Yeonjun obtuvo cuando posó sus manos suavemente sobre unas de sus mejillas—. Quiero decir, creo que hice un buen trabajo pero no entiendo el porqué no me convence. Siento que este simple dibujo no puede representar ni lo más mínimo de tu belleza.

—Soo... —lo llamó, pero Soobin no le tomó importancia a su voz entrecortada.

—Quiero pintar cada detalle de tu rostro, sin importar que tan pequeño sea pero me es imposible poder detallar tantas cosas en una simple hoja —continuó, acariciando suavemente la mejilla de Yeonjun con la llema de sus dedos—. Eres tan bello, Yeonjun. Tan bello que siento que me estoy volviendo loco.

—¿De qué hablas? —Yeonjun ladeó su cabeza, dejándose llevar por el suave y delicado toque de Soobin.

—Me estás volviendo loco Yeonjun, cada vez que te veo siento que mi corazón va a estallar en cualquier momento, me provocas un sentimiento tan complejo que no he logrado entender pero que se siente bien cuando lo tengo y juro por Dios que he intentado detenerlo pero no puedo... no puedo y tampoco no quiero detenerme —dijo sin dejar de mirar a Yeonjun. Aprendiendo y recordando cada suave detalle de su rostro, mirando cada facción y rasgos que tenía. Todo ese rostro que por meses había dado vueltas en su cabeza una y otra, intentando comprender en qué momento ver la sonrisa de Yeonjun se volvió letal para su corazón y lo hacía sentir de esa manera tan extrañamente cálida—. Te quiero a ti, Jun.

Soobin se acercó un poco, hasta el punto de que sus labios rozaran el uno con el otro y sus respiraciones se coordinaron. Yeonjun perdió su aliento, sintiendo que en cualquier momento se derretiría sobre los brazos de Soobin.

Cerró sus ojos esperando felizmente lo que supuso que pasaría. Soobin lo tomó un poco más firme de su mejilla, pasando suavemente su dedos por su nuca, enviando un escalofrío a todo el cuerpo de Yeonjun.

Entonces, sintió sus labios sobre los de Soobin y fue la sensación más correcta que puedo haber sentido.

Había escuchado siempre que besar a otro hombre era una sensación repugnante y enfermiza pero no fue así, ambos la sintieron tan bien, tan correcta y tan preciosa. La forma tan suave en la que sus labios se movían los unos con los otros era el sentimiento más correcto que pudo existir.

A los minutos ambos se separaron mirándose fijamente. Yeonjun soltó una pequeña risa y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Soobin, recargando su cabeza contra su hombro.

—Nos vamos a ir al infierno, Soobin.

—Siendo franco, Junnie, eso no me importa —rió, acariciando su espalda con suavidad—. Si arder en el infierno significa que pude tenerte entonces no me arrepentiré de nada.

Yeonjun sonrió feliz. Algo en su mente y alma se sintió finalmente en paz, como si por fin todo lo que había estado anhelando hubiese pasado y podría vivir feliz con ello.

—Si confías un poco en mí, te prometo que haré que nunca te arrepientas de esto.

—Confío en ti así como espero que tú confíes en mí —Yeonjun se separó un poco de Soobin para poder verlo con más claridad—. Si hacemos esto juntos, entonces estaremos bien.

Ambos sonrieron felices y sin esperar un poco volvieron a unir sus labios en otro beso. Un beso que ambos llevaban deseando hace un tiempo y por fin tenían lo que tanto querían. La cercanía y el amor que tanto querían por fin estaba ahí y todo parecía estar en bien. Estarían bien.

Ese fue al menos el comienzo de una bella y quizás dolorosa historia de amor.

Jazz Bar | Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora