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Junio, 1963.

Yeonjun se paseó de un lado a otro por la pequeña biblioteca que había en la casa de Soobin.

No era enorme pero era una habitación lo suficientemente grande como para tener grandes libreros repletos de libros. También era acompañado por varios muebles y una alfombra algo grande que le daba un ambiente cómodo y relajado para leer, solo que el piso, la alfombra, las sillas, el escritorio y posiblemente todo, también tenían libros regados por ahí.

Soobin estaba a su lado sin prestarle mucha atención a lo que hacía, estaba más ocupado en pintar un pequeño lienzo del cuál Yeonjun no estaba muy al tanto de qué trataba. Pero si le causaba curiosidad saber el porqué Soobin había decidido tomar sus cosas y transportarse a la biblioteca para hacerle compañía a Yeonjun mientras leía. Usualmente se encerraba en su estudio y Yeonjun de vez en cuando iba a visitarlo, pero hoy, tomó lugar en la biblioteca junto con él.

—Bien, creo que me doy por vencido —dijo, soltando un suspiro—. No encuentro nada para leer.

—¿Es enserio? —Soobin sonrió divertido, sin quitar los ojos de su pintura—. Tienes más de diez estantes llenos de libros e incluyendo los que no he acomodado, ¿vas a decirme que no tienes que leer?

—Ya he leído la mayoría de los libros —abultó sus labios.

—La mayoría más no todos —dijo, tomando un momento de su pintura para verlo—. Ve algunos que están en el escritorio, quizás alguno de agrade.

—Los revise y no hay ninguno que me interese —dijo mientras se sentaba en la alfombra, dispuesto a seguir revisando algunos libros que estaban en el piso—. La mayoría son de romance.

—¿Y qué sucede?

—No estoy en eso ahora —resopló, cerrando uno de los libros de golpe y dejándose caer hacia atrás para recostarse sobre la alfombra.

—¿Por qué no? Creí haberte dicho que el amor era lindo, deberías intentarlo.

—¿Si? ¿y de quién podría enamorarme? —se dió la vuelta para mirar a Soobin, recargando su cabeza en una de sus manos.

—Hay muchas personas.

—¿De quién te podrías enamorar tú, Soobin?

—Cualquier persona —dijo, dejando su pintura de lado y concentrando su mirada en Yeonjun—, cualquier persona puede ser amada por mí.

Yeonjun se detuvo a mirarlo en silencio por unos segundos. —¿Podrías amar incluso a alguien como yo?

Ahora ambos guardaron silencio por un momento. Yeonjun se sentía un poco tenso pero Soobin lo seguía viendo con esa sonrisa y esa mirada que hacían sentir a Yeonjun el ser más especial del mundo.

—Te amaría, Yeonjun —dijo con seguridad—. Te amaría sin problema alguno.

Una ligera risa avergonzada se escapó de los labios de Yeonjun, haciendo que bajará su rostro para que Soobin no pudiera notar el sonrojo que seguro sus palabras habían ocasionado.

—Mañana ven a mi estudio por la tarde —Soobin habló, levantándose del pequeño banco donde estaba sentado—. Quiero pintarte.

—¿Ah?, ¿de qué hablas? —preguntó, aún sin ser capaz de levantar su cabeza.

—Te dije que me pareces lindo y quiero pintarte —caminó hacia la puerta—. Creo que eres la inspiración que estoy buscando en estos días.

Yeonjun ni siquiera tuvo la oportunidad de preguntar algo más al respecto pues Soobin rápidamente salió de la biblioteca, dejando a Yeonjun acostado en la alfombra. Sabía que volvería pues había dejado sus cosas en medio de la habitación y sabía que no era algo que Soobin hacía, al contrario, era bastante organizado y siempre procuraba dejar su lugar de trabajo limpio una vez terminaba.

Se levantó lentamente, curioso por la pintura. Su sorpresa fue grande cuando entendió el porqué Soobin había querido pintar mientras estaba cerca de él.

Soobin había dibujado al menos una parte de su rostro.

Jazz Bar | Yeonbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora