Noviembre, 1967.
Yeonjun había intentado ser fuerte y dar su máximo esfuerzo para intentar que Soobin se mantuviera estable.
Pero sencillamente, mientras pasan los días no notaba ningúna mejoría, al contrario, parecía que Soobin cada día empeoraba más hasta el punto de que su cuerpo se sentía lo suficientemente débil como para ya no poder ponerse de pie, no tan fácilmente.
Se había salido de las manos de Yeonjun por más que intentó hacer su mejor trabajo, después de todo, por eso llegó ahí, para cuidar a Soobin y se sentía culpable por no estar haciéndolo correcto.
Así que en medio de su desesperación terminó por llamar a Yewon, la antigua enfermera de Soobin y una amiga bastante cercana que conoció durante sus estudios.
Yewon lo atendió y le hizo saber que estaría ahí lo más rápido posible apenas pudiera ir de regreso a la ciudad pues se encontraba fuera a un par de provincias lejos.
—Tu temperatura bajó un poco —dijo Yeonjun, retirando los paños húmedos de la frente descubierta de Soobin.
El contrario no le respondió nada, parecía estar perdido en sus pensamientos, quizás ni siquiera consciente de su propia realidad debido a la situación tan crítica en la que se encontraba.
A Yeonjun no le importaba pasar noches sin dormir con tal de asegurarse que Soobin estuviese bien, mientras su amado mantuviera su dulce sonrisa que marcaba dos hoyuelos en sus mejillas era suficiente para Yeonjun y le hacía sentir que todo su esfuerzo estaba valiendo la pena y la mejor recompensa que podía obtener de todo eso era la hermosa mirada de amor que le daba Soobin.
Pero ya no había nada de eso, Soobin ni siquiera parecía ser el mismo, ni siquiera parecía estar en sí, parecía incluso estar delirando de vez en cuando.
Y decir que eso no le nublaba la mente de pensamientos dolores a Yeonjun era una mentira, porque muy en el fondo, existía un pensamiento que le comía la mente durante las noches de desvelo en las que se aseguraba de que Soobin estuviese respirando correctamente.
—Yeonjun, mi amor —la débil voz de Soobin sonó en medio de la habitación, llamando la atención de Yeonjun.
—¿Qué sucede? —Yeonjun se sentó a un lado de Soobin, buscando sus manos que se encontraban frías para calentarlas, como lo había estado haciendo hace un tiempo.
—Estás tan lindo hoy —una pequeña risa pareció escaparse de los labios de Soobin, haciendo que algo se moviera dentro de Yeonjun al no haber visto esa sonrisa hace un tiempo—. Quería verte antes de irme.
—¿Irte? ¿De qué hablas?
Soobin como pudo forzó una sonrisa y alejó una de sus manos de las de Yeonjun para subir hasta el rostro de este y comenzar a acariciarlo.
Incluso, estando en esa situación en la que Soobin sentía que su vista fallaba y apenas lograba ver con un poco de claridad, recordaría el rostro de su amado Yeonjun de cualquier forma, incluso si su mente se sentía tan divagante como en ese momento.
¿Cómo olvidar el rostro que lo volvió loco por meses intentando retratar en un simple lienzo?
¿Cómo olvidar el rostro que retrató una y otra vez y fue la estrella principal de sus pinturas una vez logró detallarlo?
¿Cómo podría olvidar el rostro del amor de su vida?
Sus ojos hechizantes que lo tenían atrapado, sus labios rojizos que había besado un montón de veces, el lunar debajo de su ojo, su pequeña nariz y lo suave que se sentía su piel cuando la tocaba.
—Sabes de lo que hablo, mi amor.
Yeonjun quiso fingir que no pero lo sabía, sabía perfectamente lo que estaba hablando Soobin por más que su corazón doliera intensamente por ese pensamiento.
—No digas esas cosas, bobo —salió una risa en medio de su voz cortada, sin saber cómo reaccionar ante todas esas palabras—. Yewon va a llegar pronto, ella te va a ayudar y estaremos bien, ¿si? Vamos a estar bien.
Soobin negó suavemente haciendo que las lágrimas retenidas en los ojos de Yeonjun finalmente explotaran y se comenzarán a deslizar por su mejilla.
—Hay tantas cosas que quisiera decirte ahora mismo pero ya no tengo el tiempo suficiente para hacerlo, es tan lamentable, ¿no?
—Soobin, basta —murmuró, sujetando su mano que aún se encontraba reposada en su rostro.
—Pero sobre todas las cosas quiero que sepas que nunca me arrepentiré de haber estado contigo y que lo mejor que pudo haber pasado en mi vida fue que hayas cruzado las puertas de mi casa con esa bella sonrisa que siempre has tenido.
Cada palabra que Soobin soltaba se sentía como una puñalada en el corazón de Yeonjun, siendo cruelmente torturado y sin saber qué hacer en esa situación, las lágrimas de sus ojos empezaban a hacer que dejara de pensar con un buen razonamiento.
Yeonjun reposo su frente contra la de Soobin en medio de sollozos, buscando más cercanía a este, aferrándose lo más posible a lo último que quedaba de él.
—Si logramos entrar al cielo a pesar de esto te estaré esperando en la entrada, si nos vamos al infierno te voy a recibir con los brazos abiertos, si solo nos quedamos bajo tierra hasta hacernos huesos, espero poder pudrirme a tu lado y sí hay vida después de la muerte entonces te prometo que te buscaré, incluso si tengo que ir a otro lugar por ti.
Fue hasta entonces que ambos volvieron a unir sus labios después de un largo tiempo de no hacerlo y que se había sentido como una tortura. La cánula que tenía colocada Soobin para proporcionarle oxígeno chocaba contra la piel de Yeonjun cuando se acercó a besarlo pero a ninguno le importó, mientras pudieran sentirse una última vez.
Cuando Yeonjun se alejó del beso miro el rostro de Soobin, un rostro agotado pero que mantenía aún su sonrisa, tan débil que apenas se podían notar los hoyuelos de sus mejillas y que ya había perdido el brillo en sus ojos.
Yeonjun ya no resistió sus lágrimas y se dejó caer contra el cuerpo de su amado, abrazándolo con fuerza rezando que este no lo dejara.
—No me dejes, por favor —apenas y pudo hablar Yeonjun con el nudo en su garganta y su voz que se ahogaba en medio de su dolor—. Vamos a estar bien, amor, dijiste que estarías bien.
Soobin no respondió nada a eso, con la poco fuerza que le quedó abrazo a Yeonjun de vuelta, también aferrándose a su cuerpo deseando que eso fuera lo único que su cuerpo tocará, que Yeonjun fuera la última persona que viera y su voz fuera el último sonido que escuchará.
—Oh, Yeonjun, mi amor, como te amo.
Salió casi en un hilo de palabra, su voz con suerte y logró resonar en los oídos de su amado al estar tan cerca de él.
Y Yeonjun no hizo nada más que llorar cuando las manos de Soobin lo soltaron y comenzaron a caer lentamente hacia sus costados, cuando su cabeza se reposó en su hombro y dejó de sentir la débil respiración de Soobin chocar contra su cuello.
Lo supo, Yeonjun había perdido a su amado.

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Jazz Bar | Yeonbin.
FanficLa vida de Yeonjun parecía ser normal, sus días de verano eran tranquilos y tenía un buen trabajo nocturno cantando en un restaurante. Todo cambia cuando un nombre desconocido y el rostro de un extraño comienza a aparecer en sus sueños y de un día a...