Capítulo 5

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Federico

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«Tan lindo», pensó con burla mientras observaba a Rodrigo salir de su casa mirando hacia la suya cada tres segundos.

El pobre llevaba toda una semana haciendo lo mismo cuando salía y le daba gracia verlo así, aunque también le molestaba de sobremanera porque esa había sido una semana desde que descubrió que eran vecinos y sólo se había dedicado a observar cada uno de sus movimientos pensando cual sería el mejor curso de acción para que ambos "coincidieran por accidente". No es que le hiciera gracia que vivieran en la misma calle cuando pensó que no lo volvería a ver y enterró bajo siete llaves un sentimiento que nunca tuvo oportunidad de ver la luz del día; sin embargo, una oportunidad se le presentaba y él no era idiota para no aprovecharla, aunque su curso de acción fuera algo fuera de lo común.

-Papá dice que bajes, para que te lleve a la academia -le informó su hermano desde la entrada de su cuarto mirándolo con pereza.

-Ya voy.

-Para ahora, Federico -le ordenó con su usual tono molesto cuando no lo vió moverse.

-Sabes, a veces, solo a veces, deseo que te consigas una novia para ver si así se te quita lo amargado -le dijo volteando a mirarlo-, pero después me arrepiento porque no le desearía a nadie un futuro a tu lado, sería demasiado cruel.

-Gracioso, muy gracioso mocoso -se burló Samuel yendo hacia él- ¿No será que no quieres que me vaya porque necesitas que alguien haga del idiota para que puedas acercarte al chico que te gusta?

-No me gusta -gruñó alejándose de su hermano que había puesto una mano en su cuello- Solo me gusta molestarlo -aclaró.

Lo que era cierto, siempre le pareció entrañable molestar a Rodrigo y disfrutaba de ello porque así -al menos durante la secundaria- logró que se diera cuenta de su existencia.

El día que conoció a la hermana de Rodrigo fue algo inesperado. Casi nunca iba al negocio de sus padres, ninguno de los dos lo hacía, ya que, su hermano era un actor de teatro y a él no le interesaban en lo más mínimo los negocios, pero ese día ambos fueron porque sus padres los llamaron para almorzar juntos. Así que cuando se despidieron, Samuel se demoró un poco, -mucho- en el baño, por lo que él lo dejó atrás y se adelantó al auto, y por suerte que lo hizo, porque ahí fue donde la vio.

Ana Leza salía del edificio empresarial de su familia con una carpeta en sus brazos, la sorpresa duro cinco segundos en el y antes de que pudiera pensar en lo que hacía la saludó y extendió la conversación con ella sacando a relucir su lado más amable y coqueto para averiguar que era de la vida de su pequeño cerebrito desde que habían salido de la secundaria.

Empezó por algo cotidiano, como preguntarle cómo estaba, donde vivía, pregunta que lo llevó a tener su segunda sorpresa del día ya que se dio cuenta que solo vivían a unas casas de distancia ¡Eran vecinos! Esa era definitivamente una señal, por lo que, cuando sutilmente dejó caer que tenía un hermano Ana no dudo en hablarle del suyo, y saber que ambos estaban en la misma academia era una sorpresa porque hasta el momento no se habían cruzado, lo que tampoco era imposible dado que el lugar donde estudiaban era bastante grande ¡Pero aún así! Sin dar una señal de conocerlo, aceptó encontrarse con su hermano de haber oportunidad, pero él no era una persona paciente, no quería esperar una oportunidad; sin embargo, tampoco quería ser quién lo buscará así que tenía que hacer que Rodrigo fuera quien diera el primer paso ¿Y qué mejor manera de hacerle saber que era su vecino?

Su mente jugó bastante rápido sus cartas y aunque sabía que aquello podría resultar muy mal, se ofreció a llevar a Ana a su casa, total vivían cerca, pero también le mando un mensaje a su hermano pidiéndole que sea un idiota con él frente a su acompañante. Por supuesto, que Samuel le preguntó el por qué de ello, pero sin tiempo para explicarse, negoció con su hermano los deberes de la casa por una semana en la que estaría como rey sin hacer nada.

¡Somos vecinos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora