Capítulo 17

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—Entonces...

—Tu ex mejor amigo es un imbécil —directo al grano.

—Raf no es así —trató de defenderlo, pero la mirada que le lanzó su acompañante le dijo que ni siquiera lo intentara; sin embargo, no Rodrigo no se iba a dar por vencido tan fácilmente— De verdad, te juro que él no es así...

—¿Es en serio? —desvió la mirada ante el tono en la pregunta de Alexis— Te rechazó, te trató mal y estoy seguro que te hubiera tratado peor sino fuera porque estaba ahí —le señaló con un tono bastante tenso que le indicaba cuanto estaba tratando por controlarse.

—Creo que más que por ti lo hizo por Federico —murmuró haciendo que su mejor amigo pusiera los ojos en blanco.

—Claro que sí.

—El sarcasmo no es sano.

—La idiotez tampoco —refutó y él enarcó una ceja a su comentario—. No te hagas.

—No vuelvas a lo mismo —le pidió.

—Ni viilvis i li mismi —lo remedó—, estoy seguro que te hubiera chapado sino hubiera llegado.

—¡Alexis!

—¿Qué? Es la verdad —le dijo.

—No, no lo es—negó porque ellos no se iban a besar.

—¿De verdad estás tan ciego? —la pregunta salió de los labios de su amigo como si no creyera posible que estuvieran teniendo esa conversación.

El silencio se extendió entre ambos hasta que Alexis se acercó a él en su cama.

—Rori, mírame —le pidió con un tono suave tomando su mentón— Tú sabes que odio a Federico desde mucho antes de que tú y yo fuéramos amigos...

Él asintió porque sí, sabía que su enemistad iba más allá de lo que él podía comprender y siendo sincero nunca quiso ahondar en ello, porque en esa época Federico le había demostrado con creces que podía ganarse el odio de cualquier persona.

—Cuando te conocí hicimos click de inmediato, y tú me dijiste que te gustaba el imbécil ese —le recordó haciendo que cerrara los ojos—. Oye, mírame —ordenó presionando su mentón— ¿Recuerdas lo que te dije?

Claro que lo hacía— Me dijiste que si quería estar con él era mi decisión, pero que no me apresure y primero lo conozca.

—Exacto, y tuve razón —pues si—, Federico era un imbécil sin remedio.

—¿Y ahora no?

—Sigue siendo un imbécil, pero no... No sé —por primera vez escuché duda en su voz al referirse a Federico—. No creo que si siguiera siendo el mismo lo dejaras entrar a tu casa escondiéndolo de mí.

—Eso no es... No es así.

Alexis le acarició la mejilla al escucharlo— Yo confío en tu juicio, Rori, bueno la mayor part del tiempo, por ello, contra y con todo lo que está haciendo quiero creer que ha cambiado —le dijo—, aunque no confío en él, confío en ti y que si le estás abriendo nuevamente tu corazón es porque vale la pena.

Lo abrazó. Lo abrazó con fuerza con fuerza porque sus palabras fueron un bálsamo que no sabía que necesitaba escuchar.

—Eso no quiere decir que no vaya a vigilarlo.

—Lo sé, lo sé —susurró enterrando la cabeza en su cuello—. No sé qué sería de mi vida sin ti —agregó justo antes de que su hermana abriera la puerta y los encontrará en esa posición.

Solo se separaron lo suficiente para verla hacer una mueca antes de que le dijera a Alexis que sus padres habían llegado a recogerlo.

—Probablemente una más tranquila con tu hermana —le respondió su amigo separándose por completo de él.

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