Decir que no pudo dormir después de lo que había sucedido, sería una gran mentira.
Después de todo el llanto de la noche anterior se había quedado profundamente dormido, y aún cuando abrió sus ojos a la mañana siguen seguía sintiéndose cansado, por lo que, se negó a levantarse de su cama y enfrentar la horrible realidad a la qué seguramente tendría que hacer frente una vez que pusiera un pie fuera de su cuarto.
«Mejor sigo durmiendo», y con esa idea en mente se dió la vuelta para ponerse más cómodo cuando la cara de Alexis dormido a lado suyo lo despierta de golpe asustándolo.
—¡AH!
BOOM.
—Auch.
Su corazón empezó a latir con rapidez mientras trataba de desenredarse de las sábanas que lo habían hecho caer.
—Mierda.
Una risa a su maldición lo hizo levantar la mirada a un Alexis desaliñado que lo miraba divertido desde arriba.
—¿Qué mierda haces aquí? —le preguntó a su mejor amigo que frunció el ceño ante su tono.
—¿Acaso no puedo venir?
—¡No! Digo, sí, pero siempre avisas y... Sinceramente no creo que sea un buen momento para que estés aquí —murmuró eso último apartando la mirada.
Rodrigo escuchó como Alexis se movió y llegó hacia donde estaba él.
Sin preguntas, ni juicios, ni nada, su mejor amigo tiro de su cuerpo hacia el suyo abrazándolo con fuerza.
No dijo nada, solo se quedó allí abrazándolo y acariciándole su cabeza durante lo que se sintió como una eternidad, pero que en realidad solo fueron unos segundos, solo unos segundos con sus caricias fue todo lo que le tomó para derrumbarse nuevamente en llanto.
—Shhh, shhh. Está bien, Rori, está bien —le dijo Alexis sin soltarlo— Llora todo lo que necesites, no voy a ningún lado —y lloro con mas fuerza aún.
Se sentía culpable y débil, su amigo había tenido que cargar con las miradas desdeñosas de su hermana por años por su culpa, y aún así siempre lo ponía como prioridad, siempre veía por primero por él.
—Y-yo... Yo...
—Esta bien, Rori, tómate tu tiempo, estoy aquí —le repitió acariciándole la espalda y arrullandolo con lentitud— Saca todo lo que tienes dentro, Rori, yo te sostengo.
Y Rodrigo confiaba en eso, confiaba en qué Alexis estaría para el en esa caída libre a la oscuridad que estaba sintiendo. Fue esa confianza la que le permitió soltarse, olvidándose de todo, y llorar sin miedo a nada, sacando lo que llevaba guardado por años y que lo sucedido la noche anterior había formado una grieta por la que en ese momento estaba drenando parte de su dolor.
No supo cuánto tiempo estuvo aferrado a Alexis hasta que empezó a calmarse y su llanto comenzó a disminuir con lentos hipidos.
—Ven aquí —susurró su mejor amigo volteando lo hacia la ventana mientras él se recostaba contra su cama y lo abrazaba por la espalda sin dejar de darle mimos— Te estoy malcriando, ¿verdad?
—Me gusta que lo hagas —le respondió bajito sin querer romper el ambiente que se había creado entre ellos.
—Lo sé, pero que va a decir tu novio cuando te entregué todo mimado —lo cuestionó con un tono burlón— Ya me imagino a Federico quejándose de que eres un niño caprichoso por mimos.
—Federico no es mi novio —y dudaba mucho que lo fuera luego del problema que hizo su mamá.
—¿Ah no?
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¡Somos vecinos!
Novela JuvenilOdiar a alguien cuando solo tienes que verlo unas horas al día en el colegio nunca supuso un problema para Rodrigo, al fin y al cabo nunca volvería a ver al imbécil de Federico después de su promoción. Sin embargo, el destino tiene otros planes para...