Federico
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—Entonces quieres hacer puntos —no era una pregunta, pero aún así respondió.
—Sí, y bueno viéndolo desde mí perspectiva —que al final siempre era lo que hacía—, es lo que estuve haciendo desde que lo encontré fuera de la fiesta de mis padres —recordó; sin embargo, no podía decir que alguna de sus acciones lo estuviera acercando a su objetivo.
—Da asco verte así de enamorado —se quejó su nuevo amigo y él lo vió con pereza.
Después de la deprimente conversación que había tenido con Rodrigo donde le mencionó a sus "amigos" del colegio hizo un análisis extensivo acerca de ello y llegó a la conclusión de que ninguno fue realmente su amigo, solo eran compañeros que lo acompañaban en la chacota y andaban con él por costumbre.
Como fuera, fue ahí y con la intervención de su entrometido hermano que decidió buscar nuevas amistades, verdaderas amistades; sin embargo, el problema llegó el primer día que lo intentó. Él no era de los que hacían cualquier cosa para caerle bien a los demás y las pocas personas con las que había hablado estaban bien, pero sería como seguir el círculo vicioso del colegio.
Tres días después, que fue cuando vio a Rodrigo mal y lo siguió al baño dónde su conversación no fue exactamente bien, pero tampoco mal. Sin embargo, lo que en verdad le preocupó fue verlo tan pálido como estaba, por lo que, buscó en la cafetería algo que comprarle y fue a secretaría a pedir medicamentos para él. Justo cuando ya tenía ambas cosas fue cuando vio a un chico a punto de abrir una botella de agua con limón.
—¡No! —le había gritado y el extraño lo miró como si se le hubiera zafado un tornillo y, bueno, sí, quizás, pero no le importaba— Lo siento, pero ¿A cuánto me vendes tu botella?
—¿Quieres mi agua?
—Sí —respondió y el otro parecía debatirse entre reírse o correr— por favor, te pagaré lo que sea.
—Eres un niño rico —mecionó pellizcandose el puente de la nariz— Señor, por qué yo —murmuró, pero él lo había escuchado— Bien, te la vendo —aceptó diciendole el precio de la bebida antes de guardarla en su mochila— ¿No te la vas a tomar? —le había preguntado y él negó.
—No es para mí —le respondió desviando su mirada hacia Rodrigo que estaba hablando con Alexis.
—Oh, por dios, no.
—¿Qué?
—¿Eres amigo de Rodrigo?
—¿Lo conoces? —le preguntó y el otro asintió.
—¿Cómo crees que conocí esa bebida? —le cuestionó con un tono de "duh"— Además éramos compañeros de colegio antes de que se mudara —agregó.
Para él era raro conocer a alguien del grupo de Rodrigo, claro, no es que...
—¿Cuál es tu nombre?
—Rafael, y es Rafael a secas, no me pongas apodos —le advirtió el chico extendiéndole la mano.
Desde entonces ambos habían estado conversando y descubriendo cosas uno del otro.
Rafael quería estudiar relaciones públicas. Su familia era de clase baja, tenía una actitud bastante tranquila a menos hasta que agarraba confianza y en general era un chico con el cual su personalidad congeniaba bastante bien, a pesar de su pasado con Rodrigo.
—A ti también te gustaba, no tienes derecho a decir nada —le señaló. Esa había sido una sopresa nada grata de descubrir, pero Rafael le había asegurado que ya no le sentía nada por Rodrigo y él no era el tipo de chico que se pusiera celoso por algo así, al fin y al cabo era pasado
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¡Somos vecinos!
JugendliteraturOdiar a alguien cuando solo tienes que verlo unas horas al día en el colegio nunca supuso un problema para Rodrigo, al fin y al cabo nunca volvería a ver al imbécil de Federico después de su promoción. Sin embargo, el destino tiene otros planes para...