Capítulo 26

15 3 2
                                    

De camino a su casa Rodrigo tenía una sonrisa de oreja a oreja, o lo que se imaginaba calificaba como tal, y no solo era por el beso, no, claro que no, aunque en parte si tenía que ver, pero no mucho, en fin, su felicidad no se debía solo a eso, sino también a la facilidad con la que Federico se adueñaba de su sonrisas, era difícil no tener una cuando estaban juntos.

—Me duelen las piernas.

—Quizá si me hubieras hecho caso y no te hubieras colgado de ese árbol como mono no te estuvieran doliendo —le recordó a lo que Federico lo detuvo girándolo para que estuvieran frenta a frente— ¿Qué?

—Mírame a los ojos y dime que no valió la pena.

Y no eran las palabras, era el tono con el que lo había dicho que hizo que se sonrojara.

Maldito.

—Te odio.

—Nop, tú me quieres, como yo te quiero, quizá no tanto, yo te quiero más —aseguró con ese tono tan confiando que tenía y que antes odiaba; sin embargo, ahora solo le causaba gracia y ternura— Me muero por besarte —le susurró Federico y Rodrigo se moría por decirle que lo haga, pero antes de una palabra escapara de su boca Federico se alejó de él— No me mires así.

—¿Así como?

—Como si quisieras que te bese.

—¿Y qué si quiero que lo hagas? —preguntó encaprichado, es decir, no podía solo antojarlo y dejarlo con las ganas.

Federico lo observó y se acercó a él con rapidez y por un misero segundo creyó que lo besaría hasta que dejó sus labios sobre su frente.

—Me hace el chico más feliz saber que lo quieres, pero estamos a unas casas de tu casa —le recordó— Y no importa cuanto me muera por besarte y mandar a la mierda a todos, sé que a ti si lo hace.

Era cierto, y había olvidado ese pequeño detalle que apenas se le recordaron lo hizo retroceder y alejarse con rapidez del tacto del contrario, algo que lo hizo sentirse como la peor persona del mundo.

—Lo siento, yo... —no tenía excusa, aún así se acercó a Federico temeroso de su reacción, pero este simplemente lo tomó en sus brazos.

—No tienes nada de que disculparte.

—No sé porque estoy actuando así —se quejó queriendo llorar— Normalmente no soy así —no es que le valiera lo que pensaran los demás, pero no dudaba de sus acciones.

Su amistad con Alexis era un claro ejemplo, pese a lo que su hermana pensaba y se encargaba de dejarle en claro, nunca se sintió mal por ser cariñoso con él y jamás lo alejó como si al ser así con su amigo fuera un pecado.

«Pero es precisamente por eso», susurró su inconsciente cuando alzó la mirada a Federico que lo observaba con tranquilidad y cariño. «Alexis lo quieres, pero a Federico lo amas»

—Yo... —No, no, era muy pronto para que lo que sienta sea amor.

—Está bien, tomate tu tiempo.

—¿Y si te cansas de esperar?

—Rodri —Federico tomó su mentón con firmeza, por lo que, creyó que era para dejar cuan serio era— Te he esperado por tres años sin siquiera tener una oportunidad, ahora la tengo ¿Por qué me rendiría? —Esa era una muy buena pregunta cuando la ponía así— Además se que él problema, por muy narcisista que suene, no son tus sentimientos por mí, así que mientras yo este seguro de que aquí —dijo poniendo un dedo sobre su corazón— hay una mínima esperanza para mí, nadie me hará alejarme de ti.

¡Somos vecinos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora