Capítulo 16

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—Deja de mirar el chocolate como si tuviera veneno —se quejó Alexis haciendo que voltee a verlo.

—Es que no entiendo...

—¿En serio no entiendes o no quieres hacerlo?

Bueno si su amigo lo ponía así...— No tiene sentido, por dónde lo veas, la idea de qué... —ni siquiera pudo completar la oración antes de que un escalofrío le recorriera el cuerpo— No, no y no, es simplemente ridículo.

—¿Qué? ¿Qué alguien quiera estar contigo?

—Que sea Federico quien quiera eso —las palabras ni siquiera podían salir de su boca junto al nombre del otro—, y tampoco entiendo por qué a ti no te molesta en lo más mínimo esto.

Alexis se encogió de hombros como si su situación fuera normal— A como yo lo veo o de verdad quiere algo contigo...

—Dios no...

—O quiere jugar —agregó y para él esa era la idea más lógica aunque siguiera sin encontrarle un motivo de fuerza para que hiciera aquello—, y si es lo último, bueno, por fin tendré razón de fuerza para hacer lo que siempre quise.

—¿Agarrarte a los puños con él?

—Sí.

—¡Alexis! —la simpleza con la que le había respondido no concordaba con la mirada que su amigo tenía en ese momento, una que anhelaba la oportunidad y prometía retribución— Ahora no sé que es peor —murmuró guardando el chocolate en su mochila con un suspiro.

Era uno de sus favoritos, otro que se uniría a su colección hasta el fin de semana que Alexis fuera a su casa.

Cuando el profesor ingreso al salón se obligó a prestar atención y dejar el tema de Federico a un lado, porque resolver lo que sea que ese idiota se traía entre manos no lo ayudaría, ni lo haría, ingresar a la universidad. 

La clase transcurrió con literal tranquilidad y facilidad que de alguna manera lo mantuvo centrado sin distraerse hasta la hora de salida que Alexis decidió volver a sacar el tema.

—¿Prefieres que se fije en ti?

—¿Qué?

—¿Qué si prefieres que ya sabes quién se fije en ti o me pelee con él?

—No —y trató que la palabra salga firme, sin duda, sin ningún titubeo como debería ser según su conciencia, pero no su subconsciente que últimamente se le daba por traicionarlo.

—¿No qué?

—No... Ay, Alexis, no me... Ay, no seas así —le pidió sin ganas de querer especificar una respuesta que ni él mismo sabía como hacerlo.

—Sabes, yo sé que a ti...

—No, alto, stop, detente ahí —lo obligó extendiendo su mano hacia su cara con la señal de alto—, ni siquiera vayas por ahí, porque no.

—¿No te gusta? —le preguntó bajándole la mano y él lo miró mal mientras le respondía.

—No.

—¿Ni un poquito? —insistió Alexis pasándole un brazo por los hombros y pegándose como si estuvieran secreteándose.

—Que no —se quejó empujándolo— y deja de fastidiar con eso —lo que menos quería era profundizar en sus sentimientos.

Desde que Federico fue a verlo a su casa para "verificarlo" había estado pensando en él más de lo necesario y lo peor de todo ¡Lo soñó dos veces! Dos veces en una semana que ni siquiera acababa.

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