Capítulo 24

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—Ya te perdí.

—¿Perdón? —cuestionó confundido sin entender por qué su mejor amigo le decía eso.

—Sí, definitivamente ya te perdí.

—Y yo definitivamente no sé de qué estás hablando —Alexis definitivamente tenía más de una tuerca suelta ¿Quizá los exámenes por venir lo estaban afectando?

—No estoy loco.

—No dije que lo estuvieras —se excusó con rapidez— Aunque pareces un poco trastornado.

Alexis bufó como si eso no importará.

—Son los exámenes, al parecer hay una parte de mí que si quiere aprobarlos —le dijo—, pero ese no es el punto.

—¿Y cuál es el punto?

—El punto es que estás total, completa e irrevocablemente enamorado de Federico.

—Yo no-...

—Ay, no me mientas, Rori —le pidió Alexis señalando al otro extremo de dónde estaban— Has estado dándole miraditas desde hace rato, y si crees que no me he dado cuenta me voy a sentir muy decepcionado de tu concepto de mejor amigo sobre mí.

No dijo nada, porque, qué iba a decirle. Si le mentía era peor y Alexis se estaba volviendo como un perro con un hueso en lo que respectaba a Federico.

—¿De verdad lo amas? —la pregunta lo hizo tensarse a pesar de haber sido dicha con un tono serio y amable.

—Creo que es muy pronto para hablar de amor.

—Pero te gusta.

—¿No te vas a dar por vencido, verdad?—su mejor negó acercándose a él.

—Dime.

—Sí, Alexis, él me gusta —«siempre lo hizo» agregó para sí mismo robando otra mirada a Federico.

—¿Fue tan difícil?

—¿El qué?

—Confiarme tus sentimientos —su tono era apacible como si temiera asustarlo— ¿Es porque él y yo éramos enemigos que no confías en mí sobre tus sentimientos?

—¿Qué? ¡No!

—¿Entonces? —cuestionó Alexis— Hemos estado bailando alrededor del tema, Rori —le dijo— Te molesto y te escabulles, somos serios y es como sacarte algo a cucharadas, nunca antes fue asi sobre cualquier cosa ¿Por qué tendría que ser diferente con esto?

—No sé —admitió— Al inicio, sí, era porque ustedes se odiaban, yo lo odiaba —le recordó—, pero luego se volvió algo que tengo miedo de admitir.

—¿Es por tu familia?

Y solo esa palabra hizo que quisiera volver a llorar.

—Ay, Rori.

—No sé porqué, pero tengo miedo —confesó abrazando a Alexis que lo acariciaba en la espalda—. Siento que decirlo en voz alta hará que ellos se enteren y el infierno que evite desde hace años por fin se desate —sollozó—. No quiero que Federico o tú se vean afectados por ello. No quiero admitir lo que siento para que me juzguen y me señalen con el dedo como ya lo hacen por mis gustos.

Cuando empezó a seguir el K-pop muchos lo juzgaron, que si era marica, que eso era para niñas, que eran sinceras, que no tenía buenos gustos, que era una etapa, que eso era una mala influencia para él y muchas cosas más que al día de hoy recordaba. No con frecuencia, porque ya no iba diciéndolo a medio mundo, y su grupo de amigos se reducía a Alexis -y ahora Federico y Rafa- , pero aún así lo hacía y dolía.

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