Capítulo 18

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Los días restantes de la semana habían ido con relativa normalidad después de su encuentro con Rafael, excepto porque ahora, a diferencia de antes, Federico se detenía a saludarlos cada que los veía.

Raro.

Al menos para él lo era porque su mejor amigo no estaba mostrando ni una pizca de molestia por ello, al contrario, parecía divertirlo.

—Sé que me escondes algo —le señaló mientras recogían sus cosas.

Las clases habían terminado y el fin de semana se presentaba ante él con un panorama bastante aburrido, gracias a que Alexis se iba de viaje.

—No, no lo hago.

—Sí, sí lo haces —replicó—, cada que Federico se acerca a saludar estás como burlón, como si te divirtiera que se acerque a nosotros cuando antes lo querías matar.

—Si no fueras tan obtuso entenderías porque actúo así —le respondió Alexis mirándolo con extrañeza—, o tal vez no, contigo nunca se sabe.

—Y menos voy a saber si no me dices.

—Y no te voy a decir nada —le recalcó—, te dije que la idiotez no era sana... Auch —se quejó cuando lo golpeó—. Además si tanto quieres saber algo pregúntale a Federico —y dijo su nombre con sorna.

—¿Y qué tal si le pregunto mejor a Raf?

—El niñito no te dirá nada—respondió bastante seguro mientras salían del aula.

En verdad tenía unas ganas de hacer una pataleta porque no entendía a ninguna de las personas que lo rodeaban.

Alexis ya no era arisco con Federico ni Rafael, solo estaba ahí divirtiéndose con la presencia de ellos como si supiera un secreto que le hiciera gracia.

Rafael, por otro lado -después de su conversación el otro día-, se mostró más accesible a él. Habían conversado varias veces, más por teléfono que en persona, y en una de ellas le confesó que le dolió que no volviera a escribirle, ya que, supuestamente eran mejores amigos -cosa que a veces molestaba a Alexis y lo apartaba diciendo que él ya tenía el puesto asegurado y no sé hiciera ideas.

Federico, bueno de él no tenía que explicar nada más. Desde que se encontraron fuera de la fiesta del trabajo de su hermana había estado actuando raro, aunque él veía en su rostro que a veces tenía ganas de pegarle a Alexis por estarse divirtiendo a su costa -sentimiento que compartía en esos momentos.

—No lo pienses demasiado, solo mira lo que tienes delante —le dijo Alexis abrazándolo—. Créeme cuando te digo que al inicio lo que ahora me divierte no me hacía ni la más mínima gracia, pero —se rio—, sucede que al parecer hay... Sentimientos que superan al odio lo suficiente para dejarlo atrás y dar el brazo a torcer.

—¿Y eso sería?

—De mi parte, cariño y amor de hermano —contestó especificando que eso lo involucraba a él—, además de orgullo de saber que no fui el primero.

¡Lo sabía! Alexis nunca era tan complaciente con algo respecto a Federico porque si.

—¿El primero en qué?

—En dar su brazo a torcer.

—¿Y quien dio su brazo a torcer? —preguntó rápidamente queriendo obtener respuestas; sin embargo, Alexis no era alguien que pudiera engañar.

—Buen intento.

—Eres un idiota, todo tengo que sacarte a cucharadas —se quejó ante su respuesta burlona, aunque ya tenía una idea; sin embargo, le faltaba averiguar el porqué.

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