M A R X E LCuando las cámaras se apagaron, por fin borré la sonrisa de mi boca y procedí a ponerme de pie sobre aquel incomodo sofá. Me dolía la cabeza, la espalda y la piel de la comisura de mis labios, pero sobre todas las cosas, estaba cansado de fingir.
Me enseñaron desde pequeño a mantener un perfil admirable que atrajera confianza a la población. Debía ser encantador, un títere que mi padre podía manipular a su antojo. Siendo el heredero de Prakva, no debía cometer ningún error frente a las cámaras. Era el actor que todos desean ver, quién admiraban e idolatraban cómo el futuro de nuestra nación.
Lo cierto era que nadie me conocía realmente. Mi rostro era una máscara y debajo de ella, había alguien que ocultaba demasiados secretos.
Will hizo sonar las palmas por encima de los destellos de las luces. Mi fiel compañero de entrenamiento y bien amigo, interrumpió aquella sala con todos los personales de comunicación intentando captar algunas fotos de mi rostro.
—Bien hecho —agasajó con una sonrisa plantada en la cara. Hice una mueca en respuesta, él sabía lo irritante que me suponía realizar cada entrevista, y cómo debía arrastrar mi trasero esa mañana para plantearme delante de la entrevistadora Susan—. Sé te da increíblemente bien, ¿tienes idea de cuantas donaciones ha recibido la Corona?
—Sorpréndeme.
—Novecientos mil praks.
Había sido el doble que la última entrevista. Ni siquiera había soltado una lágrima para recibir tanta ayuda. Era ridículo. No podía imaginarme lo que recibiría si fingiera lástima.
Él me siguió cuándo salí del salón de comunicación y me enfrenté al vestíbulo principal de la Alta Torre. Los personales del edificio me echaron el ojo cuándo pasé junto a ellos, ni siquiera me molesté en mirarlos, estaba deseando poder huir de todo el mundo y refugiarme en los extensos jardines detrás de la Torre dónde nadie podía molestarme.
—Tú padre estará orgulloso.
Apreté la mandíbula con solo reconocer la amenaza de mi padre si no asistía esa mañana. Sacudí la cabeza y esperé a que Will le restara importancia al asunto.
—Solo fue un programa de televisión, no se compara con hablar en público frente a toda la nación —le comenté. Nada podía compararse con estar delante de miles de personas mirándote y tener la responsabilidad de tus palabras en representación de la Corona.
Nos acercamos a los elevadores de la Alta Torre, detrás había enorme cascada que decorada la pared hacia la última planta del edificio. En el tejado de la Torre había una apertura que permitía que los rayos dorados de la luz del sol se reflejasen con el agua. Se filtraban distintos destellos que iluminaban todo el vestíbulo principal, incluso el rostro de Will relució.
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Ladrona de Espejos | 1
Ciencia FicciónTras perder todo lo que amaba, su familia y hogar, Kara hará lo que sea por destruir a la corona. Aún si eso significa robar las identidades y disfrazarse de los rostros de sus enemigos para infiltrarse a la sociedad elitista. Marxel, próximo hered...