Él juró proteger a la corona. Ella, acabar con todo lo que él representa.
Tras ver su hogar reducido a cenizas por un miembro de la corona, Kara hará lo que sea por destruir el sistema desde adentro. En una sociedad donde la identidad lo es todo, el...
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M A R X E L
El reciente ataque de la ladrona de espejos tenía a los miembros del concejo bastante inquietos. En la mañana, recibí la llamada de uno de los personales del cuartel de investigación para anunciarme el homicidio de Hans Thomsen. La habíamos dejado de escapar, de nuevo, y ese desliz me generaba demasiada impotencia. Tenía que encontrarla cuanto antes para liberar la tensión del concejo y el Káiser.
Afuera de la discoteca Medianoche nos esperaban dos oficiales que nos abrieron la puerta a mí y a Will. El salón estaba vacío, solo había mesas cubiertas, la barra y los focos de luz apagados, un ambiente distinto a las noches. Luego estaban las mesas de fondo donde se encontraba el equipo forense. Visualicé la escena del crimen, un cuerpo tendido en el suelo junto al sofá y abrasado por una manta blanca.
Revolví la manta para examinar su rostro. Hans tenía alrededor de veintiocho años, pero la palidez de las mejillas y la barba le otorgaba un aspecto vejezco. Tenía la boca entreabierta, labios secos y llenos de un líquido blanquecido. Una espuma se había deslizado sobre su barbilla.
Había ingerido veneno. Asimismo, llevaba una herida abierta en la muñeca, donde le habían retirado el chip de identidad.
Apreté la mandíbula, sintiendo la tensión y la rabia contenida. Había sido suficiente. Había creído que ella solo robaba los brazaletes para adueñarse de sus identidades, ¿pero tenía que llegar al punto de matar a alguien?
—Es extraño —expuso Will, apoyándose sobre sus rodillas para analizar el cuerpo—. No era un miembro del concejo. Tan sólo era un gerente de banco.
Hans pertenecía a una familia antigua y con alto reconocimiento por parte de la Corona. Antes del restablecimiento, cuándo los primeros prakvares llegaron a estas tierras, existían varias familias de diferentes partes del mundo. Mis antepasados habían tomado control de la restauración, pero la familia Thomsen eran reconocidos por su alto capital y reputación durante la vieja Noruega.
Cuando las noticias corrieron por todos los carteles digitales esta mañana, los familiares de Thomsen solicitaron la inmediata explicación de la Corona sobre lo sucedido. Me habían enviado aquí para buscarla, pero dado la alejada relación de Hans con los miembros del concejo, me provocaba una cierta incertidumbre y un peso más sobre los hombros.
Volví a colocarle la manta encima de su cabeza y alejarme de la cabeza sus ojos llenos de vacío.
—Lo sé —gruñí—. No tiene sentido que haya ido a por él.
Hector se adelantó hacia nosotros.
—Hay un testigo —indicó y se retiró los guantes. No había reparado en cómo tenía la piel, varias cicatrices le recorrían los dedos de las manos y las apartó de mí vista cuándo se dio cuenta de que había quedado demasiado tiempo observándole.