Capítulo 39: Marxel

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MARXEL

Compartí una mirada interminable con Pam.

Me fijé en el arma que tenía apoyada en el cinturón. Me pareció curioso que incluso se cambiara de ropa. Había remplazado el traje satén a uno militar, por unas botas pulidas y el cabello perfectamente peinado hacia atrás como si hubiera tenido el tiempo incluso de tomarse una ducha. Todo en él erradicaba limpieza. Tenía un aire meticuloso e impoluto, sin una arruga en su figura.

Antes obviaba su vigorizante obsesión a la pulcritud. Pasaba por alto su manía por ser inseparable de mi padre. Sobre todo, antes de saber de la Orden.

Antes no me importaba saber lo que pasaba por su cabeza.

Ahora deseaba tener una anticipación de lo que planeaba decir, así podía maquinar todas las maneras de revocar sus intenciones con mi padre.

—Yo no soy la Orden, estás confundido, Marxel —comenzó a decir y curveó un poco la comisura de sus labios—. Creo que estar demasiado tiempo con la Ladrona de espejos te ha lavado el cerebro.

—Ha venido aquí para negarlo —advertí, girándome hacia mi padre—. No lo escuches.

El Káiser alternó la vista. Sus ojos se dilataron cuando me evadió y concentró su mirada en el tipo que prometía contarle falsedades.

—¿Qué quieres decir?

Pam comenzó a rodear la habitación, jugueteando con la atención rápida de mi padre.

—Que se ha unido a la ladrona, Gregor.

El corazón se me aceleró. Mi padre me miró, anonado, y yo no podía creer que fuera capaz de creer sus palabras. Tras haber mencionado todas las razones él seguía confiando en él.

«No lo escuches»

Juli le entregó la tableta que había estado aguardando en sus manos. Estuve a punto de detener el movimiento, pero mi padre levantó una mano para que impidiera acercarme.

Era la grabación en la casa de mamá.

«No lo veas. No lo veas»

—Papá.... —rogué.

La expresión de su rostro fue indescriptible. Pasó de sorpresa a confusión. Y luego noté un ápice de irritación. Levantó la vista hacia a mí hundiendo las cejas.

Apreté los puños detrás de mi espalda. Volví a negar con la cabeza.

Pam decidió interrumpir nuestras miradas y se aclaró la garganta.

—Me he asegurado de que esto no llegue a otras manos —avisó—. Especialmente a los demás cuarteles. Su reputación podría quedar arruinada si esto se llega a saber. También podría afectar a mi hija.

Ladrona de Espejos | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora