KARAEn cuestión de segundos, la nube de flechas impactó sobre la horda de personas. Todo el mercado de gemas se había agitado en una tormenta de temor. Cada esquina de la plaza pudo sentir la sorpresa de aquella llegada. Los gritos retumbaron por toda la plaza, y los invitados empezaron a correr ansiosos hacia las salidas.
Los vigilantes, quienes sujetaban mis manos detrás de mí espalda, también se inmutaron al ver la escena que se estaba produciendo. Uno de los oficiales maldijo en un pequeño susurro. Aproveché el momento para atestar un golpe en las costillas del vigilante que se encontraba a mis espaldas.
Este me liberó y no perdí tiempo en correr hacia la multitud de personas. Una segunda ola de flechas aterrizó sobre varias mujeres que también corrían a mí lado. Los cuerpos se sumaron al suelo, la sangre empapó el suelo de piedra y los gritos de pánico se incrementaron cada vez más.
Miré hacia arriba, divisé a unas figuras en el techo. Llevaban ropa oscura y encorvaban sus arcos hacía arriba. Eran rebeldes, era evidente por sus ropajes, los únicos que podían tener ese tipo de armas y atacar de manera imprevista los eventos más populares. Una manera de provocar daño y tormento a Prakva.
El miedo surgió y en medio de la muchedumbre de personas que intentaban alcanzar la salida, se empezaron a empujar entre todos. Una señora utilizó algún tipo de fuerza brutal para empujarme desde atrás. Perdí el equilibrio y todo sucedió en cámara lenta, el sudor y la sangre derramándose ante mis ojos, y lo siguiente que sentí fue el dolor en la barbilla y en las palmas de las manos cuándo rocé el suelo de piedra.
Emití un alarido ante la punzada de dolor, mientras las personas continuaban corriendo y varios estrellaron la punta de sus zapatos contra mi cuerpo. Alguien me dio una patada tan fuerte que mi visión se distorsionó. La presión de los cuerpos me limitaba respirar y tuve que parpadear varias veces para volver a mis sentidos. De pronto, solo pude escuchar el fuerte pitido detrás de las orejas y todo lo demás, los gritos de auxilio a mi alrededor desaparecieron.
Tenía que salir de ahí. No podía morir de asfixia por culpa de unos desesperados ciudadanos de la élite.
Miré hacia las casillas vacías. Avisé mi esperanza en una de las vías que conllevaba hacia la zona trasera de la plaza. Podía arrastrarme hasta alcanzar el sitio.
Respiré hondo. Podía ser la única forma de salir con vida de ahí.
No fue tan fácil salir de toda la muchedumbre, tuve que avanzar a gatas hasta que mi mano alcanzó una extremidad del tocador de la casilla y me sujeté mientras me ponía de pie. Me sacudí el polvo y las piedras pequeñas que se apegaban a mí piel, y me contemplé los rasguños que mañana dejarían magulladuras.
El cielo apenas lograba avisar que pronto llegaría el atardecer cuando encendieron las luces de la plaza y ahora se podía ver con claridad como los rebeldes descendían desde el tejado hasta la cubierta de las casillas. El pánico me atravesó el cuerpo y tuve que apegar la espalda al muro del edificio de piedra para encubrirme.
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Ladrona de Espejos | 1
Science-FictionTras perder todo lo que amaba, su familia y hogar, Kara hará lo que sea por destruir a la corona. Aún si eso significa robar las identidades y disfrazarse de los rostros de sus enemigos para infiltrarse a la sociedad elitista. Marxel, próximo hered...