MARXEL
Kyle me empujó hacia el interior del elevador que se situaba al final del pasillo oculto. Con una mano me sujetaba el brazo y con la otra rozaba la moldura de su arma, listo a utilizarla si me oponía a andar.
—¿Por qué estás haciendo esto, Kyle? —pregunté con la boca seca después de observar cómo presionaba el botón «-1» y las puertas del elevador se cerraban—. ¿Por qué te uniste a la Orden?
—Cállate —escupió el oficial a mi lado, quién me tenía sujetado del otro costado.
Mis manos se entrelazaron debajo de las gasas plásticas. Tuve unas inmensas ganas de lanzarme sobre él. Si es que volvía verle la cara a ese tipo, me prometería partírsela.
No me habían quitado todas las armas.
Olvidaron revisar el cinturón, donde una pequeña cuchilla aguardaba entre mi piel y el material. Con la punta de los dedos intenté liberar la cuchilla. El pico de esta atravesó justo la carne debajo de mi espalda, arrugué el ceño cuando Kyle me devolvió la mirada. Contuve un gemino, tragándome el dolor, tratando de no darle la satisfacción de verme afectado.
—Para empezar, ofrece mucho más. Algo que tú y tu padre nunca lograrían hacer—masculló.
—Te están engañando, ¿tienes idea de lo que han hecho? —le dije con la respiración acelerada, con la ira consumiéndome por dentro—. ¿Sabes lo que le hicieron a mi madre?
Kyle seguía manteniendo la misma expresión serena y desinteresada. Realmente le importaba demasiado poco.
Necesita que algún borde de la gasa plástica encontrara el filo de la cuchilla. La cinta apretaba con fuerza y ocupaba hacer un poco más de presión con los puños para formar algún entre hueco. El dolor se intensificó cuando sentí cómo mis muñecas se torcían bajo la tensión.
De reojo, el oficial a mi lado sesgó un poco la cabeza al ver la gota de sudor que me sacudió la frente.
—Al menos podrías decirme que tanto te ofrece la Orden —continué, intentando desviar la atención de ambos con mis palabras. Suavicé un poco mi tono de voz—. Podría ayudarte.
Kyle se mofó.
—¿Crees que necesito tú ayuda? —soltó y luego regresó la vista a las puertas del elevador—. Lo que necesito es que las cosas cambien en Prakva, no podemos seguir viviendo así, o terminaremos aún peor.
—¿Qué quieres decir con eso?
Formuló una sonrisa de boca cerrada, pero no contestó.
Las puertas del elevador se abrieron.
—Anda —me empujó el oficial y el movimiento provocó que la cuchilla se enterrara otra vez en mi piel, por suerte, no reparó la maniobra que estaba llevando bajo mi espalda y me arrastró hacia el interior.
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Ladrona de Espejos | 1
Ficção CientíficaTras perder todo lo que amaba, su familia y hogar, Kara hará lo que sea por destruir a la corona. Aún si eso significa robar las identidades y disfrazarse de los rostros de sus enemigos para infiltrarse a la sociedad elitista. Marxel, próximo hered...