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Así que, cariño, déjame quedarme en tus brazos / Tranquiliza mi mente por un tiempo / Nunca fui muy bueno para las palabras / Solo se lo dejé a los ruiseñores

Así que, cariño, déjame quedarme en tus brazos / Tranquiliza mi mente por un tiempo / Nunca fui muy bueno para las palabras / Solo se lo dejé a los ruiseñores

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Lucifer no murió.

Las clases volvieron a empezar y Harry se llevó a Lucy a clase con ellos en la mochila para poder darle de comer a tiempo. Fue ridículo. Tom estaba furioso.

Marlow se burló de Harry cantando "Harry tenía un corderito", que pronto se convirtió en "Harry tenía un gatito" cuando el imbécil se dio cuenta de que ninguna de las rimas se basaba en la palabra "corderito".

Leyland estuvo a punto de decírselo a la señora Reed, pero Marlow le hizo callar antes de que pudiera. Y entonces Lucy se hizo tan popular que mantuvo a Leyland a raya. Los demás alumnos llamaban a Lucy, el gato de la clase, aunque Tom y Harry desconfiaban de que demasiada gente tocara y acariciara al gatito.

Lucy era brillante para ser un gato. Parecía consciente de lo adorable que era, y lo aprovechaba al máximo para llamar la atención. La posición favorita de Lucy era estirarse entre los regazos de Tom y Harry cuando estaban sentados uno al lado del otro leyendo o apretada entre sus piernas si estaban pasando el rato en la cama. Proporcionaba una agradable barrera acalorada contra el despótico reinado de los pies helados de Harry. Para ser un ser con el que Tom tendría que compartir la codiciada atención y afecto de Harry, suponía que Lucifer no era el peor.

Lo único molesto era que Lucy era casi tan posesivo con Harry como Tom. A Lucifer le simpatizaba Tom, sí. Siempre se sentaba en el regazo de Tom o se acurrucaba a su lado o maullaba para llamar la atención de Tom cuando Harry estaba ocupado. Cuando se asustaba por un grito en el pasillo o por el portazo de alguien, corría primero hacia Tom.

Pero Lucy era tiránico con Harry. Harry era el sol y la luna de Lucy. Si Harry estaba a la vista y no lo acariciaba o abrazaba o sostenía de alguna manera, Lucy se lo hacía saber a todo el mundo, lo cual era especialmente irritante porque aún no se lo habían dicho a la señora Cole y sus maullidos eran fuertes. Mordisqueaba los dedos de Harry en busca de atención y lloraba si este no se la daba. Se colaba en la cama en mitad de la noche para dormir acurrucado junto al cuello de Harry, aunque a este no le gustaba que Lucy durmiera con ellos por miedo a aplastar al gatito si se daba la vuelta.

Por suerte (para Lucy), el gatito no intentó interrumpir el tiempo de Tom y Harry; Tom nunca lo habría permitido y Lucy parecía intuirlo. El verdadero enemigo del gatito era Moony. Lucy odiaba a Moony con cada pelo de su pelaje blanco y negro. Si Harry tocaba el peluche o intentaba acurrucarse con él, Lucy empezaba a sisear y a gruñir con maldad. Lo cual era un problema porque Harry seguía durmiendo con Moony todas las noches.

Un día, cuando se despertaron, el lobo de peluche tenía un largo corte en el lomo y goteaba relleno por todas partes. Tom trató de ocultar su diversión, acariciando al gato. Harry estaba angustiado. Tomó prestado el costurero de la señora Cole para "suturar" de nuevo al lobo mientras regañaba a Lucy.

Holly & YewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora