┃01┃ARCO DE LA INFANCIA

2K 227 28
                                    

ARCO DE LA INFANCIA

Revuelves mi corazón en tu olla

El aire húmedo de Londres era espeso como una sopa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire húmedo de Londres era espeso como una sopa. El sudor humedecía la frente de Tom mientras hacía sus rondas. Wool no tenía fondos para instalar aire acondicionado, así que la matrona había colocado un puñado de ventiladores eléctricos en las habitaciones más insoportables. El aire era tan sofocante y la calidad de los ventiladores tan mala que las aspas giratorias se limitaban a empujar el aire caliente.

Caminar por Wool era como atravesar un mar de caras rígidas. Por fuera, mantenía el rostro lo más plácido posible, aunque por dentro se sentía complacido. Era justo que los otros niños comprendieran cuál era su lugar.

No necesitaba que nadie le saludara, le sonriera o entablara una conversación con él. Hacía tiempo que había dejado de anhelar esas cosas.

Antes había pensado que le ocurría algo malo (cualquiera con el que pasara demasiado tiempo inevitablemente empezaba a temerle), pero ahora sabía que eso significaba simplemente que no había nadie digno de él. Era como las historias de los ángeles o los dioses. Las ovejas no estaban hechas para percibir las verdaderas formas de quienes estaban por encima de ellas.

Los nuevos niños de Burke se habían dado cuenta enseguida de que Tom era un marginado social, aunque solo llevaban aquí dos días. El otro orfanato había cerrado con el silencio de un cigarrillo apagado. Había oído por casualidad, al cruzar la puerta de la señora Cole con pasos lentos e intencionados, que el problema había sido la mala gestión de los fondos. Los niños de Burke habían pasado hambre durante semanas. Un niño incluso había terminado en el hospital por desnutrición severa.

Aún no le habían buscado un compañero de habitación, aunque solo sería cuestión de tiempo. Fuera quien fuera, lo espantaría tan rápido como había espantado a los últimos. Una habitación privada era demasiado lujosa como para renunciar a ella. La necesitaba para practicar.

Billy Stubbs dobló la esquina y Tom frunció el entrecejo con desagrado, metiéndose entre las sombras para evitar un enfrentamiento. No parecía ser el objetivo de Billy hoy, lo cual era una bendición con este calor, no es que no hubiera podido arreglárselas solo.

Billy se acercó a un grupo de tres niños que jugaban a las canicas.

Los pequeños habían aceptado sin problemas las adiciones de Burke en su rebaño. Los grupos se habían reorganizado un poco, cosa que solo había notado por puro aburrimiento.

Tom no era como ninguno de los otros niños de aquí, y no veía mucho sentido en aprender algo sobre ellos cuando ya sabía que iban a llevar vidas muy diferentes. Él sería rico, poderoso y miles de personas lo adorarían algún día, mientras que estos niños tendrían suerte si lograban salir de la mugre.

—Dame las canicas —Billy exigió.

—P-pero aún no es tu turno —dice tímidamente uno de los bebés.

Holly & YewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora