Parte 2

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Si bien es cierto que esta situación pudiera darse cualquier fin de semana, desde el Viernes después de un día duro de trabajo, hasta el Domingo en la noche que pusiera un pie en su casa y cayera rendida en la comodidad de su cama, también cabe decir que esta vez era distinto.

Las situaciones se podrían comparar en que despotricar sobre su padre era algo prácticamente diario, y el alcohol acompañando tal conversación era el aperitivo perfecto. La diferencia en esta era el inmenso dolor que parecía haberse acomodado perfectamente en su interior, algo que bajo ningún concepto iba a mudarse a otro lugar fuera de ella, pero por ello precisamente llevaba aquí desde el día anterior ahogándose en ese vaso que se mantenía lleno incluso ahora, con sus amigos a su lado para al menos tener cierto apoyo que aunque no podrían librarla de esto, sabía que podría contar con ellos cuando quisiera llorar.

Estar en casa de Rosé no estuvo mal pero claro que no era suficiente por ello decidieron salir y pasar el rato en un conocido local que suelen frecuentar para beber hasta caer tirados en cualquier banqueta, o quizás meterse en alguna pelea que no suele tener ningún sentido más que el de desquitarse de los problemas que cada uno tiene en su vida.

Por suerte esta vez no ocurrió nada de eso y solo fue una borrachera que no terminaría expuesta por cualquier serpiente llamada coloquialmente, periodista, los reptiles que llevan desde que tiene uso de razón envenenado su vida.

Claro que aunque no apareciera en la prensa no significaba que no hubiera pasado lo innombrable, irse de allí una hora después de la mano de una rubia despampanante que se la pasó rondando a la castaña hasta tener el descaro de arrastrarla a su casa.

Que podría decir, necesitaba desfogar y lo hizo, para ser del todo claros, en la boca de esa mujer que estaba tan dispuesta de rodillas que sacó la lengua fuera para que la bañara con todo su jugo.

Claro que cuando llegó la hora no dudó un segundo en salir pitando por la puerta de atrás, ahora son las ocho de la mañana y es cuando cruza la puerta de la gran mansión Manoban.

- Ya era hora, ¿Te has divertido? - Como era de esperar su padre ya la esperaba en la entrada. Ni se molestó en mirar los ojos ojerosos de su hija, se mantenía revisando el periódico seguramente en busca de algún desliz por parte de su primogénita. - ¿Te parece normal dejar a tu futura esposa sola?

- Vete a la mierda.

- Está en tu habitación. - Lisa paró en seco en el primer escalón.

- ¿Cómo dices? ¿La metiste en mi habitación? - Vociferó.

Quizás en otra situación hubiera importado poco que alguien andara metido en su cuarto, pero que cojones, ese era su lugar seguro, el único en toda la casa, un sitio de este odioso paraje en el que podía controlar cada cosa entre aquellas paredes, pero ya no. De todas las habitaciones de las que gozaban, su padre decidió ignorar los deseos de su hija una vez más y metió a una extraña con la que debería compartir su vida a partir de ahora en el lugar donde podía relajarse, su habitación.

- Igualmente van a tener que conocerse, será mejor hacerlo por la vía rápida. Deberías acostarte con ella, quizás te sorprende la chica. - Su voz sonaba con burla, alzando las comisuras como si hubiera dicho alguna ingeniosa gracieta, como si esa chica no fuera nada, solo una cosa en este mundo que no tenía la menor importancia, algo que no podía enfurecer más a Lisa que sentía sus venas arder por la gran estupidez de su padre que usaba a las mujeres como si solo fueran un objeto que usar para follar.

Fue aquello lo que le llevó a encararlo una vez más.

- Eres un puto ser asqueroso. Tiene dieciocho años. - Su cara impasible, para un hombre que vivía el día a día de intentar ser amenazado esto no era nada, solo un minúsculo grano en un tamiz.

PROMESAS DE PAPEL | JENLISA [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora