Para siempre-siempre.

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Sasha tarda mucho en dormir. Se siente sofocado bajo las cobijas con el constante sentimiento de que alguno de sus padres entrará en cualquier momento a preguntarle qué es lo que esconde. Mira la hora de su celular constantemente. En algún punto de la noche se quita las cobijas por sentir demasiado calor, gira la almohada pero nada funciona. Se queda mirando al techo durante largo tiempo, afuera un perro ladra y una sirena se escucha mientras se aleja. Poco a poco comienza a distinguir la respiración de SP-1071. Una respiración tranquila, cómo si se sintiera seguro. Escucha que se remueve en la caja y de nuevo la respiración.

¿Cómo puede dormir tan tranquilo? ¿Cómo sabe que yo no le haré daño, que no lo echaré a mitad de la noche, que no lo entregaré a la policía... o al control de animales?

La respiración de SP-1071 continúa tranquila, ajena a todos los pensamientos de Sasha quien se pone unos audífonos para ignorar el contante inhalar y exhalar de su peculiar invasor-invitado. No pasan más de cinco canciones antes de que se quede dormido en un sueño sin descanso donde sueña que lo persiguen perros de cacería. No los ve entre los árboles imaginarios, pero escucha sus fauces cerrarse, sus ladridos son atronadores que siente que le van a estallar los oídos. Su respiración se paraliza un segundo antes de continuar, corre de nuevo pues los perros están más cerca y su respiración se corta de nuevo.

Abre los ojos y se incorpora rápidamente. Tarda unos segundos en darse cuenta de dónde está. El cielo es gris amanecer con fuertes tonalidades de azul. Los ladridos provienen de una canción de hip-hop que estaba escuchando.

-¿Te desperté?-pregunta una voz sobre él.

Sasha suelta un gritito antes de taparse la boca con ambas manos. Se acuerda de su invitado incómodo. Aguza el oído para ver si sus padres lo han escuchado. Silencio.

-¿Tú me estabas tapando la boca y la nariz?-pregunta Sasha molesto.

-Sólo quería ver si seguías respirando.

-¿Por qué habría dejado de hacerlo?

SP-1071 se endereza y se queda mirando el techo, pensativo.

-Cierto-se cruza el pulgar en los labios cómo si estuviera resolviendo algo muy complicado.

Sasha se sienta y se recarga en sus codos. Afuera la mañana se ve fría lo que le agrada. Mira a SP-1071 que, a pesar de estar sobre él, apenas lo nota.

-¿Dormiste bien en esa caja?-pregunta esquivando la mirada verde del chico.

-De maravilla-dice y luego se corrige-, aunque roncas.

-¡Yo no ronco!

-Sí, sí roncas, pero poquito. Luego dejaste de roncar y dije "vaya, que bueno" pero luego pensé que te habías cubierto la cara con las sábanas y te asfixiabas y por eso salí y te cubrí la cara para ver si respirabas. ¡Te he salvado!

Sasha se cubre la boca. No sabe si sentir cariño por ese niño o cubrirse los ojos ante tanta inocencia. Recuerda las palabras de su entrenador de soccer de la secundaria:

-Debes ser más agresivo, quítate esa nobleza, ataca y ve por el balón. No puedes ser una bola de algodón; debes ser una roca.

Sasha piensa que esas palabras sólo son aplicables al soccer. Para nada quiere a un chicho-gato maniático que comience a destruir todo con esos colmillitos de piraña que tiene.

-Gracias-contesta a su inocente salvador.

-De nada, yo te cuido la espalda-contesta SP con una amplia sonrisa.

Sasha no sabe que más decir. ¿De qué puedes hablar con un gato?

-¿Por qué te escapaste? ¿Tu padre te... te hacía daño?-pregunta mientras se rasca la cabeza.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora