XXXV

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Sasha camina entre los pasillo buscado la puerta que Jules mencionó, pero hay tantas y tantos pasillos que no le queda más que abrir una por una. Cruza una sala frente a un ventanal que muestra la ciudad en penumbras. El estómago le duele y siente que sus piernas falsean a cada paso. Abre una puerta pero adentro sólo hay folios y expedientes. Abre otra puerta pero es un armario de intendencia. Se siente Alicia abriendo y cerrando puertas, unas muy altas y unas muy bajas. Corre por otro pasillo que se le antoja igual al anterior pero aquí hay una puerta que da al baño de mujeres y otra que da a las escaleras de emergencia.

Siente impotencia y se toma la cabeza con ambas manos. Jules no está y eso lo asusta. El hombre del hot-dog se le hace muy conocido y no tenía el mismo uniforme que el hombre de la entrada, sino el mismo que Jules. ¿No era el hombre de Chapultepec?

Sasha sigue corriendo con más fuerza y siente cómo el corazón comienza a presionar su pecho haciéndole sentirse más y más nervioso y de la nada, en un pasillo sin nada en especial, una jaula con una playera desgarrada con un gatito en estampado.

-SP...-susurra Sasha y corre hacia ahí.

Toma la tela en sus manos y huele a su loción, la misma que le pusiera unos días antes a SP para oler igual a él. Está junto a una puerta cerrada con una rejilla en la ventana. Sasha intenta el pomo pero este no cede. Mira a todos lados para idear una manera de entrar. Piensa en la pistola, pero la bala le puede rebotar o peor, atravesar la puerta y darle a SP. No, no puede arriesgarse.

Camina por el pasillo buscando algo que le sirva de palanca y encuentra un extintor de color plateado, de esos de agua. Lo toma entre sus manos pensando en usarlo de ariete. Apunta a la puerta y antes de que pueda darle el primer golpe, escucha dos tronidos que retumban por todo el edificio.

-Jules...-dice y corre a las escaleras pero se detiene casi de inmediato. No, Jules tiene que esperar. Lo siento, de verdad lo siento. Golpea la puerta con todas sus fuerzas y el metal se abolla. Embiste de nuevo y se abolla un poco más. Adentro alguien grita y eso es señal de que SP está en problemas. Asesta otro golpe con todas sus fuerzas y la puerta queda inservible. La empuja con la mano y entra.

-¡SP! Ya estoy aquí, tranquilo-dice Sasha mirando el quirófano y la bata de Pilar llena de-¿SP?

-¡No puedes estar aquí!-grita el médico a un lado de Pilar.

-¿Qué están haciendo? ¿Dónde está SP?-y entonces mira la mesa. La piel pálida y las orejas negras, inmóviles-No...

-Sal de aquí. No puedes estar aquí-ruge el doctor pero Sasha no lo oye. No oye nada, no siente nada.

-SP...SP... ¡SP!-corre hacia él y le sostiene la cabeza. Escucha que aun respira pero no sabe de dónde proviene la sangre y quizás eso sea bueno.

-Por última vez, sal de...-otro estruendo y esta vez es de Sasha quien jala el gatillo, el cual es tremendamente suave, contra el doctor quien se sujeta el abdomen con ambas manos mientras comienza a ponerse rojo. La sangre mana de entre sus dedos, pero ellos hicieron manar a SP y eso no iba a quedar impune. Esto no es una película dónde el bueno decide no matar al malo, esto es la vida real y en la vida real la venganza y el rencor superar a esos finales hollywoodenses baratos y cursis.

Sasha le dispara de nuevo en una rodilla y escucha claramente como el hueso se truena. Pilar grita, pero Sasha tampoco la escucha. Ve su cabello horrible y su bata manchada de rojo. Apunta y dispara. Su bata se mancha rápidamente de sangre suya, no de SP, suya. Sasha levanta el arma y dispara dos veces más. Las balas quedan dentro del cuerpo de Pilar quien no deja de retorcerse como un pez moribundo. Sasha no ve cuando la enfermera sale del cuarto y no le importa. No le importa nada más que SP.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora