SP.

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-¿Por qué no viniste ayer?

-Me quedé dormido. No me pude levantar.

-Ay ajá, huevón. Más bien se me hace que estabas crudo del domingo.

-Hay algo de eso-Sasha mira a través de la ventana del segundo piso que da al patio de la preparatoria. Abajo pequeños montículos de personas se ponen a platicar, otros se sientan en el pasto y otros más se forman en la interminable fila de la cafetería-. ¿Hubo algo importante ayer?

-No-Esteban camina a lado de Sasha. Su cabello negro y despeinado de brincos a cada uno de sus pasos-. Sólo hicimos unos ejercicios en matemáticas.

-Bien.

-Y una práctica en bilogía.

-Oh.

-Y la de sociales dio los temas del examen... y en inglés escuchamos una grabación que vale el diez por ciento.

-¡Qué bueno que no hicieron nada!

Bajan las escaleras para salir al patio. Un mar de piernas y personas sentadas en los escalones entorpecen su paso y más de una vez tienen que pisar una mano o un pie.

-¡Ay, cuidado!

-¡Pues estorban!-contesta Esteban a una chica que se soba la mano-. ¡Vacas!-grita antes de que él y Sasha desaparezcan al doblar la esquina. Ella contesta con un selecto insulto en torno al honor de su madre pero ellos no prestan atención.

Afuera el aire de la mañana es pesado, como si estuviera cargado con humedad y niebla, pero aun así es tolerable como para no usar chamarra. El ambiente huele a pasto recién cortado y se inunda con los cientos de murmullos que corren a su alrededor. Las voces de los pesados de la escuela suenan sobre las demás porque obviamente necesitan ser el centro de atención.

Sasha y Esteban caminan hasta llegar a las canchas de futbol, se mete cada uno en un equipo y se ponen a jugar todo el receso.

Patear el balón y correr hasta sentir que los tobillos están por quebrarse y el corazón por explotar hace que Sasha sienta cómo si todo hubiera regresado a la normalidad. Corre y lucha por el balón cómo un perro por un pedazo de sándwich de mantequilla de maní. Su respiración se agita y antes de que se dé cuenta ya está sudado copiosamente. Al sonar la campana regresan él y Esteban al salón. Esteban se cambia la playera sudada del uniforme por otra limpia en medio del salón y todos gritan un "Wuuuuuh" demasiado ensordecedor cómo para ser gracioso. Sasha mira en su mochila y ve la otra playera del uniforme, la toma en sus manos y bajo ella está otra de color negro con un estampado de calaveras con la leyenda "Vintage is the new black" en tipografía antigua. La metió ahí desde la semana pasada para cambiarse después de los partidos post-escuela, pero casi nunca la usó. Una idea comienza a maquinarse en su cabeza pero no se decide por enchufar. Duda, sus dedos mueven la tela que deforma la calavera con bigote al estilo francés. Se metería en problemas, y perdería más clase. No sabe sí puede darse ese lujo.

Duda. Siempre la maldita duda que se siente como una venda en los ojos y una barra de acero en las manos caminando por una cuerda floja cuyo suelo no sabemos qué tan lejos y profundo esté.

-A ver, chicos, sé que vienen del descanso y están alterados pero guarden silencio-dice la maestra de biología con marcado acento norteño-. Hoy sólo daré un tema que es el último del examen y después pueden hacer lo que quieran, ¿ok?

Sasha deja la playera de nuevo en el fondo de su mochila y decide que será mejor en otra clase. Pone atención durante media hora acerca de los ácidos ribonucleicos y de la función del páncreas en el cuerpo humano.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora