La Jaula del León.

3.9K 326 106
                                    

Había sido idea de Damián pedir a ciertos elementos comunes de la policía para que informaran de cualquier sujeto sospechoso de ser SP-1071. Cuando les notificaron que quizás este se encontraba en el zoológico, no pudo estar más orgulloso de sí mismo. Alisto su .38 y su equipo junto a Jules y Ram que lo hacían con total seriedad. No había tiempo para emociones ni pensamientos que no fueran estrictamente necesarios, eso abriría una brecha para el error y en misiones así no puede haber errores. Jules comprobaba la recamara de la Mossberg y Ram cortaba el cartucho de su nueve milímetros, todos se apretaron las botas y comprobaron que tuvieran los relojes a la hora. Nadie hablaba, todo se hacía cómo el corte de un bisturí.

Salieron al estacionamiento trotando y entraron en el automóvil negro. Detrás de ellos venía la doctora Pilar con su típica greña meciéndose al viento con cada paso que daba. Sus labios se movieron para pedir que esperaran, pero sus palabras quedaron ahogadas bajo el sonido de las llantas arañar el pavimento. Por el retrovisor, Jules pudo ver cómo su imagen se deformaba por el humo del caucho quemado.

"Ella se lo gana por ser una pinche bruja-piensa-, si por lo menos estuviera buena... pero no, es ojete y fea y así no pueden ser las cosas".

No enciende las sirenas ocultas en el medallón y sobre el tablero del coche. No hay tanto tráfico y además no quiere llamar la atención. Maneja agresivamente, eso sí, adelantando por espacios demasiado pequeños y tomando salidas al último minuto. Jules suda copiosamente, reprimir las emociones dentro de sí es difícil. Por un lado escucha la voz de Susana "Pobre chico, imagínate no tener a nadie en el mundo, estar solo por ser diferente. No, Jules, déjalo, déjalo solo, sabes que si lo atrapas y la doctora Pilar pone sus manos en él, habrás preferido matarlo. Sería lo más humano. Cuando un caballo se rompe una pata lo más humano es dispararle, que no sufra. Vamos, Jules, déjalo, déjalo, déjalo". Pero por otro tiene el ADN de su padre que sólo sabía seguir órdenes, una herencia de sangre que no se desprende por completo ni nunca lo hará. Escucha la orden "Capturen al SP-1071 a toda costa. Eviten utilizar la fuerza, lo necesitamos vivo".

No sabe qué hacer. Por dentro su cuerpo es un peñasco donde las olas chocan una y otra vez, desgastando sus paredes, deformando la forma de la piedra, ahogándolo con cada embestida, pero por fuera es la misma cara de piedra y certera de un agente del CISEN. Es la misma expresión pétrea y un poco lúgubre. Sus ojos, aunque con ojeras, aun están atentos a cualquier movimiento en falso, a cualquier destello, a cualquier cola que se asome entre la multitud.

-Sal por ahí-dice Ram a su lado. No lleva el cinturón y entre las piernas abiertas descansa un rifle de asalto.

-No vas a bajar eso-replica Jules tomando la salida-. Necesitamos crear el menor escándalo posible.

El automóvil negro se desplaza por el pavimento sobre el que flota una fina capa de niebla. Hay pocos coches para ser domingo, quizás el hecho de que haya partido de futbol ha contribuido.

Llegan al Ángel de la Independencia, giran la glorieta y enfilan hacia el zoológico. Pasan la Diana Cazadora y la estela de luz, que, con esta iluminación y con esta neblina parece más una galleta, una Suavicrema de vainilla. Giran a la derecha y estacionan sobre la calle. Las placas gubernamentales los protegen contra las grúas. Todos bajan del vehículo, Ram con el rifle entre las manos.

-Te dije que dejaras eso.

-¡Jódete!-le contesta y corta el cartucho del rifle color arena.

Jules siente cómo la mente se le nubla, cómo se empieza a dejar llevar por los sentimientos. Mete la mano delicadamente en el bolsillo trasero sin dejar de mirar a Ram que lo mira como un animal dispuesto a atacar en cualquier momento.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora