Frío como el hielo.

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Sasha estaciona su automóvil frente a la acera del zoológico, pone las luces intermitentes y abre el cofre colocando el alambre que lo sostiene para que no se caiga. Si un policía lo ve estacionado ahí podrá argumentar que se ha descompuesto y que caminaba para buscar un mecánico. Le pone seguro y después de escuchar el típico sonido del claxon se acerca a la reja que, como teme está cerrada a cal y canto con un candado herrumbroso del tamaño de su mano. Lo sacude un par de veces y la reja de tres metros de color verde de hierro forjado emite un sonido metálico.

-Perfecto, pinches perfecto-dice y se aguanta las ganas de patearla.

El sol se ha escondido detrás de unas nubes agresivas de color negro y azul petróleo. El cielo parece más un mar embravecido y las nubes olas gigantes que chocan entre ellas lentamente como una lucha de titanes celestiales.

"¿Y ahora que chingados? ¿Me brinco o me voy?-comienza a pensar Sasha-. Le puedo decir a SP que estaba cerrado, y sería la verdad y eso lo calmaría pero no sería lo mejor. No con tantas cosas en la cabeza. Sentiría que el mundo está en su contra después de esta serie de eventos desafortunados. Incluso creo que esa es una película. Cómo sea, creo que lo mejor será irme, no quiero mojarme aquí afuera".

Le da la espalda a la reja cerrada y comienza a caminar hacia el coche. Finas agujas de agua comienzan a caer del cielo y se clavan en la nuca desnuda de Sasha que saca las llaves de su bolsa y se le caen antes de que pueda abrir el coche. Las levanta, mira el botón con el candado abierto y lo contempla por un instante.

-Me caga todo-gruñe y se guarda las llaves. Mira a ambos lados de la acera vacía y luego dirige su mirada hacia la calle. Espera que pase un camión de pasajeros lleno a reventar y enfila rápidamente hacia la reja. Trepa por la barda de cemento y no por la puerta. Pone primero un pie encima de la barda de cemento y con las manos se impulsa hacia arriba sujetándose de la reja horizontal superior. Pone el otro pie en un espiral de hierro de la reja y pasa su otro pie hacia el otro lado de la reja. Está a unos cuatros metros del suelo y las puntas de flecha de la reja se ven sumamente filosas, como si fueran reales. Esto no deja de sacudirse en la cabeza de Sasha como una máquina de pinball fuera de control.

Pasa su cuerpo hacia adentro de Chapultepec y baja cuidadosamente. Cuando sus pies tocan la barda de cemento decide que está a salvo y se lanza hacia el suelo. Sus talones lanzan un agudo dolor que se siente como una picadura de serpiente, pero a los pocos segundos desaparece.

"Lo hice-se dice mentalmente-, lo hice, me salte las rejas de Chapultepec. Eso es una canción, ¿o no? Sí, la vi en algún lado... ¡Ah sí! En la película esa de blanco y negro donde..." Sacude la cabeza y vuelve a centrarse en lo importante: recuperar el gatito de peluche de su gatito humano. Suena tan descabellado que teme por su futura cordura mental.

Agazapado entre las hierbas y los árboles camina hacia el zoológico. La fina lluvia no deja de caer. Finas gotas del cielo que chocan contra todo como pequeñas bombas. Corre pequeñas distancias, del árbol al arbusto, del arbusto al cartel, del cartel al poste de luz, del poste hacia la barda. No ve a nadie, ningún guardia ni ninguna cámara que pueda delatar su ubicación. Poco a poco, conforme avanza, comienza a ganar confianza y se siente más relajado al caminar. El murmullo del lago y de sus pequeñas olas golpeando del puente de piedra es relajante y lo cruza caminando por un extremo dejándose llevar por el sonido del agua pero siempre atento a cualquier sombra que se mueva entre los árboles.

Llega a los torniquetes del zoológico y por primera vez ve a un oficial que lee el periódico de esta mañana sentado en una silla de metal. Se chupa el dedo índice y cambia de página con una mirada vacía. Sus ojos se mueven de izquierda a derecha durante unos minutos antes de volver a chuparse el índice y cambiar la página.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora