Hola.

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Shasa toma una ducha después de la escuela. Hoy no ha jugado soccer, pero sus papás quieren salir a comer. Debe ser algo importante pues su papá ha salido temprano del trabajo.

Mientras se cambia pone a Bon Jovi, Livin on a Prayer y canturrea el estribillo mientras se sube los pantalones de mezclilla.

-We'll give it a shot, oh, we are half way there, oh, livin on a prayer, take my hand...

Su madre toca la puerta y le pide que se apure en lugar de estar cantando. Lo dice de broma y Sasha canta aún más fuerte. Cuando termina, saluda a su papá que mira la repetición del partido de la noche anterior.

-¿A dónde iremos a comer?-le pregunta Sasha mirando sobre el hombre de su padre. Es el partido de la selección mexicana contra Brasil.

-A Benny's.

-Oh-contesta Sasha levanta las manos en signo de admiración-, ¿por qué tanto lujo?

-¿Porque es el aniversario de tu mamá y yo?-contesta su padre.

Diablo, es verdad –piensa Sasha-. Bueno, no es como que tenga que darles un regalo. ¿O sí? No, sólo los esposos se dan un regalo. Estoy a salvo.

Suben a la SUV y su padre conduce a Benny's de manera agresiva lo que causa el disgusto de su madre.

-¡Manejas como camionero!-grita Olivia.

-Pues pinche taxista se está metiendo a la viva México-contesta Mauricio.

-¿Y eso qué? No sabes si trae un arma.

-Todos traen un arma-agrega el papá como si eso fuera algo por lo cual preocuparse menos.

-No sé tú, papá, pero yo quiero morir con el estómago lleno-dice Sasha desde atrás más para calmar los ánimos que para dar risa.

Sus padres siempre han peleado, pero desde... desde Troy, las cosas se han puesto más tensas. Su madre decía que fue estúpido que donara un riñón, que él no tenía que ser el ángel guardián de nadie, pero muy en el fondo Sasha sabe que ella sólo lo dice para no admitir que su hijo mayor era un alcohólico, que fue lo que realmente se lo llevó al panteón.

Su padre por otro lado era serio y encerraba sus sentimientos en el trabajo, Troy sólo vino a ensimismarlo más en esa burbuja metálica que Sasha no podía perforar.

Llegaron al restaurante y subieron por el elevador desde el cual una señorita muy amable los condujo hasta la terraza del edificio.

-¿Quieren la del extremo? Tendrían una vista espectacular.

-Sí-contesta el padre.

-No-contesta la madre.

-Digo, no, nos quedamos con esta-dice Mauricio y toma asiento bajo la mirada asesina de Olivia que le susurra "que caballero" mientras le echa un ojo al menú.

La comida es deliciosa y sólo se ve opacada por las banales discusiones de sus padres.

Vaya, lo bueno que es su aniversario-piensa irónicamente Sasha.

Pero no comprende que sus padres son de otra época. Nada menos que del siglo pasado donde el amor se confundía con el miedo a la soledad y donde conformarse con poco era mejor que quedarse sin nada. Por eso los divorcios de hoy, pues la nueva era, la era plástica dice que ya no es necesario quedarte con tu pareja para siempre. Los juristas dicen que eso es bueno, la iglesia dice que es malo y quien sufren son los hijos que son las víctimas colaterales de un problema que no tiene que ver con ellos pero son frutos del mismo. Las parejas piensan "nos amamos, casémonos" y entonces se dan cuenta que su pareja no jala la cadena del baño o que suelta gases en la noche. "No importa, quizás un hijo, un fruto de nuestro amor vuelva a unirnos". Y nace el hijo y todo es hermoso... por unos meses. "Apenas tenemos para las deudas, ya no puedo salir en las noches porque tengo que cuidar a mi hijo y aunque por él vale esta vida de perros, me siento sólo". Y entonces el amor se opaca cada día más, como una fotografía guardada en un cajón, como un esqueleto a la intemperie.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora