...que sería...

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Una vez terminado el trámite, Sasha tiene la tarjeta en la mano con la cual abrir su cuarto. SP camina a su lado mientras suben al tercer piso usando los elevadores de rejas verdes. Entran a su cuarto y lo primero que hace SP es lanzarse sobre la cama.

-Me gusta aquí, hay muchas cosas bonitas y las cobijas huelen rico-respira la sábana de lino color perla y se envuelve en ella-, ¿a qué hora veremos las luces?

-Cuando oscurezca porque si no, no se ven.

-¿Y falta mucho? ¡Ya quiero verlas!

-No falta mucho, pero antes tienes que bañarte porque habrá mucha gente y todos estarán muy elegantes.

-Bueno.

Sasha prepara el baño para SP cuidado que el agua no esté muy caliente ni muy fría. Se siente seguro en ese cuarto de hotel con el espejo del siglo XX y la luz ámbar que roza el color hasta llegar casi al blanco rebotando por los mosaicos color perla. SP entra al baño y cierra la puerta mientras canturrea una canción que a Sasha se le antoja Moonlight Shadow de ItaloBrothers. Mientras, Sasha saca la poca ropa que llevan en la maleta y la extiende pulcramente en la cama mientras piensa que está actuando demasiado maduro, así que toma la ropa y la hace bolas.

-Mejor-dice en voz baja antes de caminar a la ventana. Afuera la gente ya se arremolina en grandes grupos como hormigas que han encontrado fruta desperdigada en el suelo. Las luces comienzan a encenderse en los edificios de la belle epoque. Los faroles de bronce son opacados por las luces verdes, blancas y rojas sobre las fachadas con temas patrios como campanas, banderas, águilas y mosquetes. Sasha siente que el corazón le palpita más fuerte que antes mientras escucha las pruebas de sonido de los altavoces descomunales que descansan sobre una tarima al norte de Palacio Nacional. El murmullo de la ducha le hace recordar que todo es real, lo cual es bueno porque todo está envuelto en un aura de irrealidad fantástica que se le hace simplemente delicioso, cómo los instantes en ese limbo que existe entre la conciencia y el sueño dónde las criaturas fantásticas vienen a nuestro mundo sólo por un instante para guiarnos al mundo del sueño. Pero ahí se oye el agua goteando y eso es real, y si no lo fuera ¡pues al diablo! Es algo hermoso que quiere que dure, si no por siempre, si lo más que pueda.

-Listo-dice SP mientras sale envuelto en una toalla con el cabello mojado sobre la nariz. Camina inseguro sobre la alfombra y mientras con una mano sostiene la toalla, con la otra busca a tientas la cama. Se sienta y sacude su cabeza haciendo que su cabello salpique todo a su paso.

Sasha le pone la camisa de franela que compró hace unos días y guarda la del gatito estampado en la maleta. Mientras SP se pone unos calcetines de balones de futbol Sasha le peina el cabello igual que él. El toque final son dos disparos de la loción de Sasha.

-¡Huele a ti!-dice SP mientras huele el cuello de su camisa-, ay, huele mucho a ti.

-¿Y huelo rico?

-Sí, cómo a... a... ay, no sé, huele a Sasha simplemente.

Sasha sonríe y le acomoda un hilo de cabellos que cae sobre su frente rebeldemente haciéndolo parecer un Elvis Presley más joven, omitiendo obviamente las orejas de gato y la cola que serpentea sobre la sabana dejando pequeñas manchas sobre la tela, oscureciéndola.

Sasha toma un rápido baño también y se arregla frente al espejo que comienza a oscurecerse por la plata con pequeñas manchas negras sobre el cristal. Se pone los bóxers con la bandera de México y se arregla el cuello de la camisa blanca. Se ciñe los pantalones negros y lustra sus zapatos restregándolos contra la pantorrilla. Se arremanga la camisa y se echa el cabello hacia atrás. Sale y ve que SP está en el balcón y mirando hacia abajo.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora