Ricos y pobres.

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Jules le recuerda a Mario, el gerente del Hotel Intercontinental el pequeño escándalo que suscitó una cierta de red de "acompañantes", en su mayoría mujeres, que acudían a las suites de su hotel con fines más... lucrativos y diversos. Le recuerda que gracias a él, el Hotel no perdió prestigio y todo se resolvió como la mayoría de los casos así: por debajo del agua.

Jules lo ayudó por dos razones; la primera fue porque quería agenciarse a un gerente de un hotel porque uno nunca sabe cuando necesitará quedarse en una habitación -si es de lujo, que mejor-; y la segunda fue porque contó con un golpe de suerte. Si no hubiera sido por este, ni de loco hubiera ayudado a Mario M. Ninguna suite de ningún hotel valía la pena para terminar sin trabajo y siendo investigado por la Fiscalía de Servidores Públicos, un verdadero dolor de trasero.

Ninguna de las muchachas polacas se quejaba por prestar sus servicios. Ellas escogían al cliente y escogían su tarifa; unas incluso tenían terminales para pago con tarjeta de crédito. Los clientes eran casi siempre ejecutivos en viajes de negocios o jefes de empresas que buscaban dónde despilfarrar el dinero de la nómina. Era raro el caso dónde hubiera que intervenir. Borrachos malacopa, algún fetichista medio enfermo, vivos sin dinero... gajes del oficio, y las muchachas contaban con sus propios ángeles guardianes de dos metros y nudillos de acero que llegaban en motocicleta si alguna de ellas llamaba para pedir ayuda. Era bastante rentable el negocio, pero la voz comenzó a espaciarse hasta llegar a los Derechos Humanos que obligaron a la policía a investigar. Jules aun no formaba parte del CISEN, sino que era un investigador más por parte del Estado. Él llevó a cabo las primeras pesquisas y no vio ningún delito real. ¿Qué querían los Derechos Humanos? ¿Deportar a las más de doscientas sexoservidoras a su país dónde probablemente morirían en una esquina infectadas de gonorrea? Nadie las obligaba a llevar esa vida. Ellas estaban ahí por su propia cuenta y muchas de ellas se lo dijeron a Jules. Una incluso le dio un "cupón" para canjearlo en cualquier momento si le dejaba quedarse en el país.

Jules hizo lo que creyó correcto. Se hizo de la vista gorda, cerró el caso argumentando que no había pruebas contundentes para hablar de trata de personas y pasó a ser escrito en la lista negra de los Derechos Humanos, cosa que le importó menos que nada.

Mario M. juagaba un papel fundamental. Era algo así como el jefe de publicidad, pues él, con ese ojo térmico tan endémico de los hoteleros, identificaba a los clientes potenciales en la zona del bar o en los pasillos. Por cada "sí" que recibía, se agenciaba un pequeño porcentaje de dinero que, noche tras noche, paso a formar una moderada fortuna. Durante todo el caso estuvo cagándose de miedo cada que veía a Jules, pero cuando este le dijo que no había nada que preocuparse, que sólo necesitaba desviar a las polacas a hoteles secundarios y con nombres genéricos, rejuveneció casi diez años. Mario M. le dijo a Jules que le debía la vida y que no dudara en solicitar su ayuda si algún día la necesitaba.

Helo entonces aquí.

-¿Entiendes lo importante que es la discreción en algo como esto?-le pregunta Jules.

-Por supuesto, J, es algo que no saldrá de estas paredes. Hablaré con los demás gerentes y les diré que el CISEN está buscando a un niño de trece años un tanto peculiar. Ellos sabrán a que me refiero. Si supieras todas las cosas que se quedan en un cuarto de hotel... los fantasmas nunca salen de aquí.

-Debes tener la mira en los hoteles de paso, moteles de mala muerte, ese tipo de lugares. No tiene dinero, o por lo menos no tenemos registro de que reciba ingresos de alguna parte-la luz se cuela por las persianas. La sombra parece las barras de una prisión.

-Sí, ya tenía eso en mente. De algún modo u otro todos los hoteles estamos conectados. La mayoría empezamos desde abajo, en ese tipo de lugares y muchos hicimos buenas migas-Mario saca una pequeña agenda de uno de los cajones de su escritorio-. Haré unas llamadas y pediré que corran la voz.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora