FarmaFox.

2.2K 230 96
                                    

Al sur de la ciudad se encuentra el complejo de FarmaFox, el cual casi pasa desapercibido tras una barda anónima de tabique rojo. Es un terreno bastante grande dentro del cual hay jardines con pinos y árboles discretos, hay también bancas de madera sobre las cuales el personal se sienta para comer su almuerzo empacado en aluminio o también para disfrutar del sol –el cual hoy está tras una espesa capa de nubes grises- y eliminar esa sensación pegajosa que dejan las lámparas de sodio. El edificio principal es de hormigón pintado de blanco. Frente a él hay un bonito monumento que representa al ADN, está hecho de hierro fundido y sobre su placa hay algo tan engorrosamente escrito con lenguaje médico que ni siquiera nos tomamos la molestia de leerlo. Un guardia con uniforme negro y gorra abre la reja principal tan sólo unos centímetros para salir y preguntar:

-¿Quién es?-lo dice con un tono neutral, ni amable ni grosero. Su piel es tostada por el sol y sus ojos cansados. Jules baja la ventanilla a la mitad y muestra su credencial del CISEN. El guardia estira la mano para tomarla, pero Jules la retira y empieza:

-Venimos por órdenes de Pilar.

-Ah, sí, sí, me informaron hace unos minutos que vendría alguien con un paquete importante-responde el guardia sacudiendo la cabeza sin moverse de lugar.

-Bueno-continua Jules después de unos segundos-, ¿vas a dejar que pasemos o...?

-Sí, por supuesto, pero no puedo hasta que Pilar llegue. Mi superior me prohibió dejar pasar a cualquier persona hasta entonces. Si gusta esperar en la calle...

-No podemos esperar. Tenemos que entregar algo importante y agradecería que facilitara nuestro trabajo.

-Es que me prohibieron dejar pasar a la gente. Si quiere lo consulto con mi superior, pero no creo que los deje pasar.

-Se lo agradecería-Jules aprieta los dientes cuando el guardia regresa al complejo y cierra la puerta. Se siente sin energías y no deja de escuchar los murmullos en su cabeza que le recuerdan el sonido de la boca de algodón en la lata de metal. Aprieta el volante que ya comienza a desgastarse por su continuo estrés y respira profundo. El aroma dentro del coche es amargo.

El guardia regresa con el radio en la mano y mira las placas del coche. Jules no escucha su voz pero ve sus labios moverse, asiente un par de veces y vuelve a guardar el radio en su cinturón.

-Pueden pasar-dice el guardia y le indica a Jules dónde está la zona de carga y descarga de material.

-Gracias-contesta él y cruza la verja una vez esta está abierta. Cruza el camino asfaltado que lo lleva colina arriba y se sitúa atrás del edifico principal que resulta ser más grande de lo que pensó. Es tan grande cómo un hospital; por fuera parecería que sólo es un terreno más en la ciudad.

Estaciona junto a unas cortinas de metal cerradas y apaga el coche. Abre la puerta y sus manos dejan marcas de sudor sobre la tapicería del coche. Lo imitan Ram y Damián quien, sujeta ligeramente a SP del hombro. Ram lanza el resto de su puro babeado impulsándolo con el dedo medio y el pulgar. Trae el enorme rifle de asalto colgado de su cuello. SP tiene la cara hacia el suelo. Su camisa rasgada le cuelga de los brazos deformando la imagen del gatito. Ha dejado la gorra en el coche, ya no hay nada que ocultar. Su piel es pálida y Jules no sabe si es de ese color o está terriblemente asustado.

"Eres un idiota. ¡Obviamente está asustado! Es sólo un niño, míralo-se reprende mentalmente-, no excede ¿qué? ¿Los trece años? ¿Catorce cuando mucho? Mira sus hombros, mira cómo se estremecen y cómo las manos le tiemblan. Y tú no haces nada para evitarlo. Tú sólo lo miras y finges que no te importa pero tu corazón está palpitando nerviosamente. Puedes sentirlo aunque lo quieras ignorar. ¡Y peor! Caminas con la frente en alto creyéndote mucho con la escopeta en tu espalda cómo si eso significara algo. ¡No significa nada! Agarraste a un puto niñito a traición en un desfile militar. Y ni siquiera lo hiciste con mérito, sino que lo drogaste y te lo llevaste. Eso es un secuestro, sí, secuestro. Y ahora se lo darás a Pilar a pesar de odiarla tanto y te convertirás en un Judas... no, peor que un Judas, por lo menos él recibía más dinero que tú, tú lo haces por un pago miserable, por cacahuates".

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora