Epílogo.

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Días después Sasha lleva la cajita –detesta la palabra urna- a Chapultepec. Viaja en metro porque sus padres le confiscaron el auto, pero no importa. Se baja en la estación Auditorio y camino unos cuantos kilómetros hasta llegar al lago. Se adentra en los árboles que lo rodean y pierde de vista a la gente y a las lanchas. A su alrededor sólo hay árboles y si mira hacia arriba verá la bandera de México sobre el castillo rodeado por un lago.

Cava con las manos y la tierra se le mete entre las uñas. Quita una piedra enorme y la hojarasca y hace un hoyo profundo dónde mete la cajita. Hace una rápida oración y la entierra. Rodea el círculo de tierra removida con piedras, aunque sabe nunca volverá. Y sobre él deja un camioncito de bomberos color rojo.

Regresa a su casa en metro y hace la tarea como si nada hubiera pasado. Porque quizás nunca paso y todo está en su cabeza. Nadie le asegura lo contrario. Todo se esfumó de un momento a otro. Sin nada que dejar.

Se despide de sus papás que le preguntan –como todos los días desde que volvieron-:

-¿Qué tienes, hijo? Sabes que puedes confiar en nosotros. Sabemos que algo te pasa pero no podemos ayudarte si no nos dices.

Y él respondió –como todos los días desde que volvieron-:

-Nada, sólo estoy cansado.

Regresa a su cama y se remueve entre las cobijas. Del closet ya no oyen ronquidos ni nadie lo despierta tocándole la nariz.

No hay nadie en el fuerte anti-aliens.

Pega la cabeza en la almohada y llora como lo ha hecho todos los días desde el domingo en la madrugada. Sólo puede llorar en ese momento porque fuera de él, nadie vio la historia de su semana. Nadie y los que la vieron estaban muertos o eran ahora enemigos suyos. Excepto el hombre de la funeraria quien decidió no cobrarle nada a Sasha siempre y cuando no mencionara él tampoco nada. Eso le ahorró muchos problemas.

Llora y la almohada está mojada ahora. Cree que no, pero sus padres lo escuchan desde su habitación como lo escucharan la vez que murió Troy. Y como esa vez, deciden no hacer nada.

Después de sacar a cuentagotas su amargura Sasha comienza a dormirse. El limbo entre la realidad y el sueño le da la bienvenida y él decide perderse en cualquier mundo que no sea el suyo. Cualquier donde no haya dolor.

Sueña que sale por la ventana. Sabe que lo sueña porque brinca y aterriza como si nada. Camina hacia el bosque descalzo y con la luna menguante en su cabeza. Las estrellas brillan desde el cielo.

Camina entre los árboles y entre los arbustos siguiendo un pequeño sendero que no sabe a dónde lo llevará. Pero quiere que lo lleve lejos, lo más lejos posible.

El bosque es oscuro y las estrellas se hacen insuficientes para guiarlo. Comienza a perder el sendero y tropieza con un circulo de tierra removida coronado por un camioncito de bomberos.

"Basta, por favor".

Lo ignora y sigue el sendero y cuando no distingue entre si tienes los ojos cerrados o abiertos, una luz comienza a moverse frente a él, intermitente, iluminando y sumiéndolo en penumbra.

Una luciérnaga.

Sasha la sigue y la luciérnaga lo guía iluminando tenuemente e intermitentemente el camino. Después Sasha ve a otra frente a la primera y otra frente a la segunda hasta que un camino de luciérnagas flota sobre el sendero prendiendo y apagando. Sasha las sigue porque eso es lo que debe hacer. Ahora son montones y montones y se siente cómodo ahí, solo, entre árboles y luz.

-Sasha-escucha una vocecilla que lo pone alerta. Camina un poco más y la vuelve escuchar decir su nombre. Sigue el sendero de las luciérnagas y llega a un claro donde las luces se arremolinan y bailan de un lado a otro.

Y en el centro del claro hay alguien.

Alguien de piel blanca y una cola que se mueve como una serpiente. Sasha corre a quien le da la espalda y se detiene a unos pasos de él.

-SP-murmura antes de caer de rodillas.

-¡Sashita!-grita SP y se da la vuelta. Su sonrisa tiene brillo de nuevo y un filo como el de una piraña. Sus ojos verdes brillan cuando las luciérnagas se acercan a él-. ¿Ya las viste? Son muy bonitas y dicen que si se para una sobre ti es de buena suerte.

-Lo siento, SP, lo siento.

-No digas eso, Sasha. No debes sentir nada-SP se levanta y se acerca a él-. No fue culpa de nadie. Además ahora estoy con papá y él me dijo que te agradeciera mucho por cuidarme cuando él se fue.

-SP...

-Dice que sin ti, jamás nos hubieras vuelto a ver. Y también está Jules aquí y tiene una novia muy bonita que se llama Susana y ella cocina muy rico y Jules me revuelve el cabello cuando me ve pasar.

-SP... quiero que seas real.

-Oh, y tu hermano Troy es muy bueno conmigo. Me ha pedido que te dijera que te extraña, mocoso. Así lo dijo él, yo no-ríe y sus colmillos se asoman como si fuera reales.

-No quiero que me dejes, SP.

-Pero tenía que hacerlo. Yo no pertenecía a ese mundo.

-Eras demasiado bueno para el mundo.

-Tú también lo eres, Sasha y te extraño mucho-SP mira al suelo y cruza sus pies-, extraño nuestros fuertes de cobijas y las películas. Y extraño nuestras aventuras. Pero sobre todo extraño tu presencia, extraño tu aroma y que me peines como tú.

-SP, llévame contigo.

-No pidas eso, Sasha.

-Por favor, te lo pido.

-No, no, no pidas eso-SP mira las estrellas y baja la mirada de nuevo a Sasha-. Ya tengo que volver, pero yo te llevaré a casa para que no te pierdas.

Toma de la mano a Sasha y lo guía por el sendero de tierra. Le habla de cosas que no recordará en la mañana y cuando ve la ventana de su cuarto, le ayuda a subir colgándose de la marquesina. SP sube con él y entra al cuarto. Sasha se acuesta y SP le pone las cobijas hasta el cuello. Le da un eso en la nariz y lo abraza.

-Te quiero mucho, Sasha, voy a ser tu hermanito para siempre-siempre.

-Para siempre-siempre.

Entonces SP sale por la venta y se despide con la mano. Su cola se mueve al mismo tiempo detrás de él. Se rasca una oreja y se pierde entre las sombras.

**

La alarma de Sasha suena a las seis de la mañana y cuando se despierte siente mucho frío.

La ventana está abierta.

Sinceramente no sabe si la dejó abierto y si su sueño fue... algo más que eso. Pero prefiere no saber. Se siente un poco mejor que todos estos días y se mete a bañar. Se peina y recuerda como SP le pedía que lo peinara como él.

Pero quizás todo pudo ser un sueño.

Regresa a su cuarto y toma el desodorante. Se lo pone bajo el brazo derecho pero se le cae. Se agacha por él y con la cabeza se pega en la mesita de noche. El golpe abre el cajoncito y Sasha lo abre.

Dentro está una copia vieja de Mi Primer Viaje al Zoológico y entre las páginas, una fotografía tomada con un iPad e impresa en papel especial.

SP fue real. Y lo sería para siempre-siempre.

Fin.

De Felinos y Hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora