Mikaela vive tranquila en la hermosa new York, a sus 26 años ha hecho muchas locuras, espera ansiosa su salto a la fama junto a su orquesta de música, la cual no ha tenido mucho éxito, eso la lleva a trabajar de mesera medio turno, pero...¿que pasa...
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En todo este tiempo siento que nada ha cambiado, que todos seguimos siendo los mismos de siempre, bueno... quizá con un par de cambios, Alex se había mudado con Max antes de tener a su bebe, tuvieron una hermosa niña, mi mejor amigo Steven había abierto su propio negocio, una tienda de ropa masculina de todas las tallas y le iba muy bien, Samantha ahora trabajaba menos en cualquier empleo
la orquesta había dado su salto a la fama, luego de aquella serie de hace dos años, llegaron contratos, ofertas y todo lo demás, mi sueño se había cumplido finalmente, así que ya no trabajaba en un supermercado o un bar, no era necesario
Andrea ya había cumplido los nueve años, estaba más alta y mucho más hermosa, aunque siempre será hermosa, además que tenía las mejores notas de su clase, eso me tenía muy orgullosa
mi madre suele llegar de visita sorpresa como siempre, solo que ahora es solamente en navidad, además se había hecho tan amiga de Anabelle que prefería quedarse en casa de ella, la primera vez que lo hizo, Alex y yo nos sentimos muy ofendidas por ello, pero a mi madre poco le importo
Anabelle y Larisa estaban muy bien e igual nos visitaban, me sorprendía la energía que aún tenía Larisa, cada que ella y Steven coincidían lo seguía llamando colágeno, Anabelle seguía avergonzándose por eso obviamente
la empresa de publicidad de mi esposo seguía trabajando de maravilla, tenían muchos clientes de diferentes cosas, lo cual lo mantenía algo ocupado, pero siempre que estaba en casa pasábamos mucho tiempo en familia
Robert y yo estábamos mejor que nunca, amábamos pasar tiempo juntos, lo acompañaba a los eventos importantes de sus clientes, él me acompañaba a los míos, además que justo ahora estábamos e...
—¿has estado todo el día en cama?
la voz de Robert me sorprendió, estaba entrando en la habitación con una media sonrisa, seguía siendo el hombre más hermoso del planeta, se sentó en la cama junto a mí y me acerco para darme un beso en los labios
—no todo el día, estuve haciendo la comida, luego acompañe a Andrea a pasear a Meteorito al parque, regresamos y aquí estoy desde entonces—explique sin moverme en lo más mínimo, no tenía ganas de hacerlo—¿qué tal el trabajo?
—lo mismo de siempre, nada tan interesante.
—entonces ven, acuéstate un rato conmigo—dije palmeando el lado junto a mí
—¿dónde está Andrea?
—está en casa de Kate, su amiga la invito a jugar un rato.
finalmente, se acostó junto a mí, me acerque lentamente a él para abrazarlo, estar entre sus brazos eran de las cosas que más me gustaban, que justo en estos momentos más necesito, enseguida comenzó a acariciarme la espalda