Tadeo
19 años
Mario nos ordena a Sandra y a mí que nos comportemos, nuestros tíos vuelven de Los Ángeles para pasar las navidades con nosotros. Gala viene, voy a volver a verla. Finjo mantener la compostura, pero por dentro estoy muy nervioso, voy a volver a verla después de siete años. Habrá cambiado tanto, en todo este tiempo no nos hemos enviado fotos, Gaña dijo que le daba vergüenza porque ella no era tan bonita como las otras chicas de su clase. En cuanto a mí, me da vergüenza que me vea y piense que no soy suficiente para ella, no sé, ahora mismo estoy muy nervioso, quizás sólo estoy pensando en tonterías. Pero ella tiene quince años y yo diecinueve, tengo que tener eso en cuenta.
—¿Qué te pasa hermanito?— me pregunta Sandra.
—Nada, princesita, estoy muy feliz de volver a ver a nuestros primos.
—¡Y a Gala!— chilla emocionada— Tengo tanto que preguntarle, a lo mejor ya tiene novio y puede darme consejos.
—De eso ni hablar— gruñe Mario— Tienes trece años Sandra, no vas a tener novio.
Sandra se lanza a los brazos de nuestro hermano mayor, envuelve la cintura de Mario con sus piernas y lo besa por toda la cara. Es lo que hace cada vez que quiere conseguir algo de parte de nuestro hermano, él nunca nos ha negado nada y con Sandra ha sido aún peor, cada vez que ella quiere algo sólo tiene que hacer lo que está haciendo en estos momentos.
—Esta vez no te van a servir los besos— dice Mario.
—¿Por qué no puedo tener novio? Tú tienes una.
—Nadia no es mi novia— espeta nuestro hermano— Y no puedes tener novio, Sandra, te lo prohíbo.
—¡Tadeo!— chilla casi llorando.
Levanto las manos en señal de rendición.
—A mí no me mires, estoy de acuerdo con él— le digo.
Sandra se baja al suelo enfadada.
—¡Sois bobos!— nos grita.
Sube las escaleras corriendo mientras nos grita a los dos.
—Tú tienes la culpa— le digo a mi hermano— Le has dado todos los caprichos que te ha pedido.
—Lo sé— suspira mi hermano— ¿Y qué puedo hacer? Es la luz de mis ojos, Tadeo.
Mi boca se curva hacia arriba.
—Tú también, hermano— me dice.
—Nos has criado a los dos.
Mario me da un beso en la sien, rodea mis hombros con su brazo.
—Sois lo mejor que he hecho hasta ahora— me dice— No lo he hecho tan mal, ¿no?
—Yo no me drogo y Sandra no parece que vaya a quedar embarazada en un largo plazo de tiempo.
Mi hermano se ríe.
—Sandra nunca va a quedar embarazada si puedo evitarlo— dice.
—¿Qué te parece meterla en un convento?
—Busca uno de clausura, en uno normal es capaz de escaparse con el hábito puesto.
Mi pecho vibra por la risa por la imagen que surge en mi mente.
—Vamos a decorar el árbol— me dice mi hermano— Los tíos ya vienen de camino, quiero que toda la casa esté decorada.
—¿Se quedan aquí?
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EL PRINCIPITO #1.6 [Disponible en físico]
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