VEINTITRÉS

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Tadeo

26 años

Entro y salgo de ella sin control, me está volviendo loco con cada gemido que suelta. Mis embestidas son implacables, hemos estado más de una semana sin follar y la he echado de menos.

Ha estado enferma otra vez con el virus que la llevó al ingreso, los antibióticos que James le recetó ya la han curado otra vez, dijo que no volvería a tener una recaída.

La penetro más fuerte, estoy a punto de correrme, el sudor cae por mi espalda, rodeo su cuerpo con mis brazos ante mi inminente orgasmo, ella grita fuerte, tan jodidamente fuerte que estoy seguro de que todos los huéspedes del hotel la han oído, mi semen sale disparado dentro de ella, mi propio gemido me abandona. Suelto a Gala en la cama, su cuerpo está flácido, pero hay una enorme sonrisa en su boca.

—¿Muy duro?— le pregunto.

Niega con la cabeza mientras se aparta el pelo de su sudorosa cara.

—Ha sido perfecto— murmura.

—Necesitamos un baño, amor.

—Llévame, dudo mucho que mis piernas funcionen en este momento.

Me rio.

—Ven aquí, dulce princesa— digo tirando de sus muñecas.

La echo sobre mi hombro, ella se ríe, se ríe de verdad, la terapia la está ayudando mucho. Su mente está sanando. Abro el grifo de la ducha.

—Mamá me ha pedido que la acompañe a hacer algunas compras para Pablo hoy— me dice.

—Bien, tengo mucho trabajo que hacer. ¿Sandra va con vosotras?

—Supongo.

—¿En qué anda metida mi hermana?

—Pues en nada.

Entro en la ducha con Gala sobre mi hombro, el agua caliente golpea su culo, le doy un azote.

—¡Cabrón!— grita.

—Sabes que no te creo, ¿verdad?

La dejo en el suelo.

—Los asuntos de tu hermana son de ellas, chismoso— me dice.

—Más os vale a las dos que no haya ningún hombre de por medio.

Gala se ríe.

—Uno no— dice— Dos... O tres, quizás, ahora mismo no llevo el recuento.

Agarro su cabeza por la mandíbula con una mano y por la nuca con la otra, meto su cara bajo el chorro de agua, me golpea en el abdomen con sus pequeños puños, como si pudiera hacerme daño, la suelto riéndome.

—Gala, amor, eres uno de esos Minions enanos y amarillos que le gusta a Luna— me burlo— Nunca serás capaz de hacerme daño.

Me golpea más fuerte, aunque sigue sin hacerme daño, está tratando de golpear a un hombre de casi dos metros siendo ella una mujer pequeña que me llega por debajo del pecho, no, eso no va a funcionar.

—Vamos gruñoncita— la provoco— ¿Dónde te has dejado a Blancanieves?

—¡Hijo de puta!

La cojo al vuelo cuando da un salto hacia mí, pego su espalda en la pared de la ducha.

—No tienes ni una mínima idea de lo que te amo— le digo.

Ella sonríe.

—Y yo a ti, pero recuerda algo.

EL PRINCIPITO #1.6 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora