Tadeo
Doy vueltas de un lado al otro de mi habitación, mi reloj me está quemando en la muñeca, llevo dos horas esperando a que den las dos de la madrugada. Gala actuó muy raro antes, sé que tiene una explicación y que me la dará. Estoy impaciente por volver a besarla, ella no lo sabe, pero es la única mujer que he besado en toda mi vida, nunca he sentido el deseo de besar a nadie más que a ella y cuando la he besado antes... Mierda, ha sido la mejor sensación del mundo, todo dentro de mí se despertó, mis deseos más profundos, mis ganas de detener el tiempo justo en ese instante. Quería conservarla para mí, sólo para mí, aunque eso suene egoísta. Vuelvo a mirar el reloj, siguen siendo las dos menos veinte. Suspiro frustrado, estoy cansado de esperar aquí, quiero ir ya con ella y devorarla. Joder, llevo tanto tiempo esperando este momento. Jamás he estado con una mujer, decidí esperarla a ella, Gala es la indicada para mi primera vez. ¿A quién pretendo engañar? Quiero que Gala sea la mujer de todas mis veces, sólo ella, es a la única mujer que quiero en mi vida. Abro la puerta de mi habitación, me aseguro de que no haya nadie en el pasillo antes de salir. Bajo los escalones con mucho cuidado de no hacer ruido, cruzo el pasillo y entro en la sala, no veo a Gala por ningún lado.
—¿Gala?— susurro.
—Aquí— su voz también es un susurro.
Miro a todos lados, sigo sin verla.
—¿Dónde?— susurro.
El rostro más hermoso del mundo de asoma detrás del árbol. Me acerco a ella y me arrodillo a su lado, acuno su cara entre mis manos, mis labios se mueren por volver a probar los suyos, enredo mis dedos en su pelo mientras acaricio sus mejillas con mis pulgares. Las luces del árbol iluminan su rostro.
—Mi hermosa rosa— murmuro.
—Mi valiente principito.
Junto nuestros labios en un beso rudo, la necesito tanto como el agua en el desierto. Mi lengua explora su interior, sé que lo hago torpemente, no tengo experiencia en este tipo de besos, en ninguno, en realidad, lo que hago es porque lo he visto en las películas que Sandra me obliga a ver. Rompo el beso en busca de aire. Los ojos de Gala están llenos de deseo, como deben estar los míos. Le doy otro beso, no puedo parar, la necesito. La tumbo lentamente de espaldas en el suelo y me pongo sobre ella. Recorro su mandíbula con mis labios, memorizo sus leves jadeos, voy bajando mi mano por su cuerpo hasta llegar a su culo, lo aprieto con fuerza provocando un gemido suyo.
—Tadeo, espera.
Levanto la cabeza, Gala apoya la palma de su mano en su frente enredando los dedos en su pelo.
—¿Qué pasa? ¿Estoy yendo demasiado rápido?
—No es eso, es que tenemos que hablar.
Me quito de encima de ella para que pueda sentarse.
—¿Qué pasa?— le pregunto.
—Lo de antes, lo que te dije.
Asiento con la cabeza.
—No lo decía en serio, vi a mi padre escondido en el pasillo.
—¿Estabas fingiendo?
—Tengo que hacerlo, tengo que fingir que me caes mal. Antes de venir aquí mis padres hablaron conmigo, ¿recuerdas todo lo que te conté en mi carta antes de irme?
—Sí, lo recuerdo perfectamente.
—Han cambiado de opinión, no quieren arriesgar lo que tienen por algo que quizás no suceda.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que tenemos que fingir, les dije que ya no te toleraba porque me habías abandonado, que nunca más te acordaste de mí.
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EL PRINCIPITO #1.6 [Disponible en físico]
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