Gala
Gimo de dolor, un sollozo me atraviesa el pecho.
—Me duele— me quejo.
—Amor, tranquila, no llores o te dolerá más.
Abro los ojos lentamente, Tadeo me frota la espalda suavemente con su mano.
—¿La costilla?— me pregunta.
Me quito el mechón de pelo de la cara con mis dedos y lo meto detrás de la oreja.
—Sí— contesto— Me duele.
—James dijo que sería normal, ¿quieres un calmante?
—Por favor.
—Bien, pero tienes que comer primero.
—No tengo hambre.
—Amor, por favor, no discutamos por esto, tienes que comer para poder tomarte la medicación.
—No quiero bajar.
—Le ordenaré a Luisa que te traiga aquí la comida.
Tadeo se levanta de la cama dejando un enorme vacío.
—Vuelve, por favor, no quiero estar sola.
—Sólo voy a ir a la cocina un momento y vuelvo.
Niego con la cabeza repetidas veces.
—No, por favor, quédate.
—Está bien, le enviaré un mensaje a mi hermano para que te ordene comida.
Abrazo el cuerpo de Tadeo en cuanto vuelve a tumbarse.
—Gala, ¿seguiremos ocultándonos?
Lo miro a los ojos.
—No quiero que vuelva a suceder lo mismo que hace siete años— me dice— Sé que Mario no me pondría ni una sola mano encima, pero si me llega a mirar con asco o desprecio no lo soportaré.
—Lo entiendo, tampoco quiero que cambie mi relación con tus hermanos.
—¿Entonces seguimos igual?
Asiento con la cabeza, Tadeo pega su cara a la mía.
—Ahora que no están esos dos locos podré venir a verte cada noche y dormiremos juntos, me iré antes de que amanezca— me dice.
Esbozo una sonrisa.
—Eso suena muy bien— le digo.
Tomo su mano, la pongo sobre mi culo.
—Quiero que hagamos el amor cuando me haya recuperado físicamente— le digo.
—¿Estás segura? Podemos esperar.
—No quiero esperar más, amor, llevamos siete años separados.
—Tienes quince años y yo diecinueve.
—Y yo cumpliré dieciséis en unos meses y tú veinte, ¿qué tiene eso que ver? La edad de consentimiento en Colombia son 14 años.
Tadeo levanta una ceja.
—¿Cómo lo sabes?— me pregunta.
—Estuve investigando.
Tadeo sonríe.
—Así que, ya decidiste que te ibas a entregar a mí cuando supiste que ibas a viajar de regreso a casa— me dice.
—Sí, quiero hacer el amor contigo, en esta misma cama.
Tadeo comienza a reírse, no entiendo por qué, parece que le divierte lo que le he dicho.
—Gala, mi preciosa rosa, ¿sabes en qué habitación estás?
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EL PRINCIPITO #1.6 [Disponible en físico]
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