Capítulo 17: ¿Qué podemos hacer?

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—¿Quién es?, ¿cómo se ve? —Nora se apresuro a preguntar.

—¿La conocemos? —le siguió la albina.

—Espera, ¿cómo la encontraste?.

Me abrume por sus preguntas, aunque era obvio que reaccionarían de esa manera.

—Primero, tranquilícense un poco, en segunda, realmente fue casualidad que me la encontrara.

—Pero, ¿cómo supiste que era ella?, ¿te dijo algo?, ¡¿te hizo algo?! —se altero la albina.

—No me hizo nada —aclaré para empezar—, me encontré con la ex de Hanabishi, aquella chica de cabello rubio y ojos azules que me mostraste Marifa.

—¿Es ella? —se apresuro a preguntar.

—No, no es ella, el punto es que chocamos y le tire sus cosas, entonces mientras le ayudaba de repente escuche la misma voz que el día de la pelea que inicio todo esto, se acerco a nosotras y la vi, era una chica alta, de cabello rosa todo despeinado, tiene un fleco largo que cubre sus ojos y así le es fácil ocultar su piercing, aunque hoy no lo llevaba puesto pero pude notar la marca de la perforación —ambas amigas se miraron entre si, me daba la impresión que conocían a esta persona, por lo que me atreví a preguntar— saben de quien estoy hablando, ¿verdad?.

Regresaron su mirada a mi, la albina asintió.

—Se llama Onomadek, es la mejor amiga de la expareja de mi hermano, ya la conociste —explicó respondiendo a mi pregunta.

—Es un poco temperamental y nunca se llevo bien con Hanabishi —le siguió la morena.

Con esa breve explicación me quedaba un poco mas claro del porque era ella la culpable, pues de ser que aquella relación terminara en malos términos, pudo enojarse por ese motivo. Además teniendo en cuenta que ambos no se llevaban bien, es mas obvio para quien la conociera que sería la culpable, por lo que me quedo la duda:

—¿Por qué no la agregaste a la lista? —le cuestione a Marifa.

—Sabía que se llevaban mal pero no creí que fuera para tanto, además apenas cruzaban palabras y me segué al pensar que seria una de sus ex queriendo venganza —argumentó apresuradamente.

Nora no tardo en intervenir.

—La cosa es que acordamos encontrarla, ya lo hicimos, ¿ahora que procede?.

Una pregunta de la cual no pudimos encontrar una respuesta, no teníamos evidencia relevante, únicamente contábamos con una fotografía borrosa que no servía como evidencia, sus lentes de sol y navaja que realmente no nos servían de mucho.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunte al aire.

Las tres nos quedamos en silencio unos instantes, necesitábamos soluciones pero únicamente teníamos interrogantes.

—Si la delatamos por bullying únicamente recibirá un castigo de servicio comunitario como les paso a ustedes —habló la morena.

—Pero si la acusamos de ser la culpable del incidente con la olla a presión puede ser suspendida por un tiempo, eso seria mejor —continuo la albina.

—El problema es la evidencia, además del hecho que no importara el castigo que reciba por parte de la escuela, nada le puede impedir actuar fuera de esta.

No había mucho que pudiéramos hacer en ese momento, por lo que acordamos pensarlo y discutirlo después. Despejamos nuestras mentes y conversamos sobre otros temas.

Después de dos horas nos despedimos y camine junto a Marifa rumbo a nuestras casas.

—¿Estarás muy ocupada? —me preguntó la chica.

—Creo que tengo una tarea, mas el proyecto con Hanabishi, ¿por qué?.

—Bueno, me preguntaba si querías pasar a mi casa —habló con nerviosismo y timidez.

—Claro, de todas formas pretendía hacerlo, le prometí a tu hermano que te cuidaría.

La chica sonrió con ternura, había un cierto resplandor notorio en su mirada.

Comencé a percatarme que aquella chica actuaba muy diferente cuando estábamos con alguien mas que cuando estábamos solas. Al estar únicamente las dos, me parecía que Marifa se comportaba mas adorable de lo usual, incluso era mas delicada en cuanto a sus movimientos, su manera de hablar también cambiaba y se volvía muy tímida. Quizás era por el hecho de no ser tan cercanas por conocernos hace muy poco.

Llegamos a su casa, la cual estaba vacía. Le mande mensaje a mi padre para avisar que llegaría tarde. Me dejo pasar a su habitación, conversamos otro rato y descartamos todo su historial de sospechosas.

En un momento mire a mi costado para ver un atuendo parecido a los yukata pero sin terminar puesto en un maniquí al fondo de la habitación.

—¿Estas trabajando en un modelo nuevo? —le pregunté.

—Si, quise que fuera especial pero ya que lo viste, ¿te gustaría medírtelo?.

—¿Cómo?.

Para cuando me di cuenta ya estaba vestida, me sentí un maniquí pero al mismo tiempo alagada al recibir tal regalo por parte de la chica. 

—Nunca creí tener un yukata, mucho menos que alguien me lo confeccionara con sus propias manos, no se que decir.

Me ruborice por el gesto, alce la mirada levemente para evitar el contacto visual o no sabría como reaccionar, me sentía un manojo de nervios.

—No digas nada, me gusta confeccionar ropa, es algo de lo que me gustaría dedicarme y hacer prendas para mis seres queridos es algo que me hace muy feliz.

Baje la mirada, encontrándome con tan hermosos ojos esmeralda y su sonrisa que me transmitía tanta paz, sentía el impulso de lanzarme sobre ella para abrazarla pero al estar en esa posición no podía hacerlo y arruinar su trabajo, mucho menos cuando había tantos alfileres en la prenda.

El sonido de la puerta abriéndose nos distrajo y al estar la puerta abierta no tardamos en mirar al rubio asomarse.

—¡Hermano!, bienvenido a casa —le saludo con entusiasmo.

—Veo que están ocupadas —respondió de vuelta— lamento interrumpir.

Ambas negamos con la cabeza y la pequeña se acerco para ayudarle con sus cosas mientras que yo seguía en posición de espantapájaros sin poder moverme o arruinaría todo. La chica quiso preparar el té pero se percato que este se había terminado y se ofreció a traerlo, por lo que tomo su bolso y se marcho.

—¿Cómo estuvo tu primer día? —le pregunte al chico una vez solos.

—No te voy a mentir, fue cansado, aun no confían en mi —se quejo.

—Lo harán con el tiempo, tienes talento y ellos no tardaran en notarlo —le alenté.

—Ya lo se, pero tardan demasiado.

No pude evitar soltar una risa debido al comentario y el tono que utilizó.

—¿Aun no te cansas de estar en esa posición?.

—Me duelen los brazos pero nada más —le respondí con sarcasmo. 

El chico se acerco y sujeto mis brazos con ambas manos.

—Yo te voy a sostener, aligera tus brazos.

Deje de mantenerlos firmes y solté un suspiro de alivio al poder descansar un poco.

—Gracias, lo necesitaba —dije en un suspiro— por cierto, sobre el proyecto..

—Todavía tenemos una semana, hagámoslo mañana que no tengo practica en el teatro.

—Me parece bien.

Se escucho el azote de la puerta y unos pasos veloces, se hizo presente Marifa, su respiración era agitada pero llevaba en su rostro una enorme sonrisa.

—Me encontré con tu papá —me dijo mientras recuperaba el aliento— le pedí permiso, te puedes quedar a dormir.

Napolitano, Sabores de Amor ||PopeextuxMarifa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora